Fuente: Entremujeres.clarin.com
Esta iniciativa surgió en Toronto, Canadá, tras las declaraciones de un policía en una charla universitaria, en la que recomendaba que las mujeres deberían “dejar de vestirse como putas para evitar violaciones”. Las alumnas realizaron la primera marcha para concientizar que nada justifica la violencia. Tiempo después, se replicó en varios países, como Argentina.
Unos meses tardó en llegar a Buenos Aires “La Marcha de las Putas”. El escándalo surgió en la Facultad de Derecho de Osgoode Hall en Toronto, Canadá, cuando el policía Michael Sanguinetti hizo más que polémicas declaraciones. “Las mujeres deberían dejar de vestirse como putas para evitar violaciones”, dijo durante una charla universitaria ese día, pero sus palabras resuenan hasta hoy en múltiples lugares del planeta y, claro, son repudiadas con efervescencia.
Esta iniciativa surgió en Toronto, Canadá, tras las declaraciones de un policía en una charla universitaria, en la que recomendaba que las mujeres deberían “dejar de vestirse como putas para evitar violaciones”. Las alumnas realizaron la primera marcha para concientizar que nada justifica la violencia. Tiempo después, se replicó en varios países, como Argentina.
Unos meses tardó en llegar a Buenos Aires “La Marcha de las Putas”. El escándalo surgió en la Facultad de Derecho de Osgoode Hall en Toronto, Canadá, cuando el policía Michael Sanguinetti hizo más que polémicas declaraciones. “Las mujeres deberían dejar de vestirse como putas para evitar violaciones”, dijo durante una charla universitaria ese día, pero sus palabras resuenan hasta hoy en múltiples lugares del planeta y, claro, son repudiadas con efervescencia.
“Esta declaración evidenció algo que está implícito en la sociedad, una forma de pensar que culpabiliza a la víctima y resta culpabilidad al abusador”, dice Pamela Querejeta Leiva, una de las organizadoras de la iniciativa en Argentina, junto a Flavia Baca Hubeid, Verónica Lemi, Nadia Ferrari y Victoria Sandrini. Con el lema “no, significa no”, se realizaron ya varias marchas en nuestro país, “no sólo para repudiar esta formar de pensar, sino también para reivindicar el derecho a la mujer a vestirse como quiera sin que esto justifique cualquier tipo de violencia”, explica.
Es usual escuchar que culpabilicen a una mujer si, por ejemplo, cruza una plaza sola y la asaltan o la violan. Es común escuchar comentarios acerca de cómo iba vestida o por qué circulaba sola a altas horas de la noche. En este sentido, Ana Falú, profesora e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba, explicaba en una nota de Entremujeres que “se culpabiliza a la mujer por ser objeto de violencia, como si no tuviéramos el derecho ciudadano de circular por la calle. Se genera una revictimización de la víctima que genera un círculo vicioso del miedo”. Es que las mujeres no sólo estamos más expuestas, por nuestra mayor vulnerabilidad física, a vivir situaciones violentas: existe además un “plus de temor” relacionado con la violencia sexual.
Sonya Barnett y Heather Jarvis organizaron la primera “Slutwalk” o “Marcha de las Putas” en Toronto el 3 de abril. Miles de mujeres las acompañaron. Luego, la iniciativa se replicó en más de veinte países alrededor del mundo, como México, Nicaragua, Brasil, Inglaterra, India, Francia y Estados Unidos. Con adhesiones de distintas organizaciones (como Las Juanas), partidos políticos, bandas de rock femeninas (Las Liers y Las VinUp) y la artista Adriana Minolti (que organizó reuniones para pintar carteles y remeras), la iniciativa llegó a nuestro país el viernes 12 de agosto, con la marcha en la ciudad de Mar del Plata y siguió el viernes 19 en Rosario y Buenos Aires -ya que fueron pospuestas por las malas condiciones meteorológicas-.
“Esta forma de pensar, de justificar la violencia, también se vive en nuestro país. Decidimos tomar esta idea y replicarla a nuestra forma, ‘argentinizando’ el llamado a la conciencia social”, dice Pamela. “Además de concientizar acerca del derecho de la mujer a vestirse como se sienta mejor, también decimos que no hay por qué aguantar silenciosamente aquellos piropos callejeros groseros o aquella mirada que te desnuda, que te deja vulnerable ante los demás. La mujer se arregla para verse bien, para sentirse atractiva, para hacer uso de su derecho a mostrar su sensualidad, pero eso no es sinónimo de violencia ni es una invitación a nada. Queremos vivir en una sociedad con respeto. Aceptamos los piropos, siempre y cuando sean respetuosos”.
La psicóloga y sexóloga Adriana Arias, columnista de Entremujeres, analiza el tema del piropo en una nota para el sitio y concuerda en que, “muchas veces, lo vivimos como una real amenaza, nos obliga a apurar el paso o cruzarnos de vereda. Nos impotentiza ante el hecho de no poder responder al mismo al encontrarnos en inferioridad de condiciones. En estas situaciones, el ‘piropo’ se transforma en un hecho violatorio de nuestra intimidad en el punto de que se apropia de nosotras sin nuestra menor participación”.
Se utiliza la palabra “puta” porque suele utilizarse para menospreciar e insultar a las mujeres. “Todas las mujeres merecen respeto, sea de los hombres, como de las mismas mujeres. Entonces, ¿qué mejor que adueñarse de una palabra y cambiarle el significado? Si se le quita la connotación negativa, y ya nadie se ofende por que le digan ‘puta’, no será usado para violentar a nadie”, dice Pamela.
En Buenos Aires, la “Marcha de las Putas” es un llamado de atención acerca de la violencia de género. Mientras tanto, en Facebook, la convocatoria ya acumula más de 38.000 “me gusta” en Buenos Aires y más de 5 mil en Rosario.
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