Ni siquiera sé qué estoy haciendo aquí. Aquí en el blog. No tengo duda de que NO SÉ qué estoy haciendo aquí en el mundo. Desde muy chica me di cuenta de que siempre fui un estorbo para mi hermana, y últimamente para mis padres.
Estudié la carrera equivocada. Estudié algo que no era mi vocación y aunque le encontré sentido en el camino, me di cuenta cuenta de que dependiendo de la sociedad, el gobierno y el país en que naces, lo que yo personalmente estudié puede ser o la experiencia más llenadora del mundo o... la mentira más grandes.
Enseñar debería ser un trabajo que debiera estar reservado a pocos. No todos saben enseñar, y no todos tienen el carisma para entusiasmar a otros con lo que estás enseñando. Yo desde siempre sentí pasión por lo que hacía. Yo no hago las cosas con ánimo de destacar. No hago las cosas pensando como meta el ser la mejor. Hago las cosas porque quiero hacerlas. Siempre fue así. Pero en los últimos años de escolaridad me descubrí amando algo que quizá no me daría mucho dinero, y nunca lo vi como una posibilidad de carrera,
Me refiero al oficio -o arte o lo que sea- de escribir. Me vi inmersa en la escritura de una historia por aproximadamente dos años. Su nombre fue definitivo desde el principio fue "La última raza libre", y es aunque podré sonar arrogante, es lo mejor que he escrito. Es lo que escrito con mayor sangre y esfuerzo. Hice hasta una lista de nombres inventados, le pedí a una compañera de curso que me ayudara a crear los nombres, y cree parte -no totalmente- de un idioma para una raza humanoide de nereidos a la cual pertenecía el personaje principal.
Me inspiré de todas partes. Del animé -"Inuyasha"- de las películas que había visto y libros que habá leído -"El señor de los anillos", "Narnia"- y de conceptos de distintas culturas, como del sintoísmo, la mitología celta y nórdica, y muchas otras partes que ahora mismo no recuerdo. Pero fue un conjunto de cosas que inspiraron y construyeron poco a poco la historia sin darme cuenta. No fue algo conciente, y ciertamente nunca se me pasó por la cabeza publicarla. La hice, la escribí porque así era mi deseo. Porque algo me movía a hacerlo. Mi cerebro, mi cuerpo, todo. Incluso recuerdo a una compañera diciéndome que estaba sacrificando la sociabilidad en orden de escribir esa historia. Hasta pasaba los recreos escribiendo, con bulla alrededor, con toda distracción posible, sin que eso significara un obstáculo.
Pero ahora se ha convertido en un obstáculo. Tengo que trabajar, tengo que mantenerme a mí misma, ser responsable, sacrificar mis deseos simples por algo mayor. Y he intentado publicar, aunque no lo suficiente, pero lo he hecho, y mucha gente ha leído mis historias en wattpad. Pero uno no vive de los buenos comentarios de la gente, aunque sí te ayudan a seguir escribiendo. Es lo que más adoro hacer, y es porque me entretiene, porque es una diversión mía, porque me produce un placer inmenso hundirme en un mundo que yo creé y que puedo controlar.
De hecho, todo lo que dije es mierda.
Escribo porque me dan ganas. Porque me dan ganas.
Y al parecer he perdido el derecho a eso. Porque debo trabajar, y además de eso, cuando me independice me tendré que cocinar a mí misma, limpiar una casa, preocuparme por las cuenta y por cientos de papeles burocráticos que me van a permitir ser válida en esta sociedad llena de procedimientos y mierdas innecesarias. Tengo que validar mi existencia en la sociedad básicamente, cuando mi deseo más profundo sería poder vivir en una cabaña destartalada, con mis prpios cultivos, con tiempo para escribir y espacio para andar en bici.
No quiero mucho. Sólo quiero escribir. SÓLO QUIERO ESCRIBIR,
Y aprender muchos idiomas.
viernes, 31 de marzo de 2017
viernes, 24 de marzo de 2017
A propósito de la Upcoming Semana Santa
Inculcar una religión, en mi caso la religión católica, en un niño que no es capaz de juzgar por su propio juicio, ya que su juicio no está desarrollado, es CRUELDAD.
Crueldad no porque la religión sea algo de dudosa confianza. Crueldad porque uno es inculcado a amar algo que no sabe qué significa realmente, ya que no puedes saber qué significa una religión a tan corta edad. No sabes qué significa lo que Jesús hizo, dijo y dejó para todos. No sabes a ciencia cierta si Jesús existió, no sabes lo que significa el que amen a una mujer que murió virgen, porque te convencen de que la virginidad es buena y nada más, cuando no es buena, sólo ES.
Es cruel porque cuando algunos de nosotros nos hacemos ateos y dejamos de creer en las cosas que nos inculcaron, quedamos con un vacío. No porque la religión que nos inculcaron sea buena y una razón válida para vivir. Uno no debería apoyar el sentido de la vida en la religión, porque la religión fue creada por hombres, o establecida y organizada por hombres. Queda ese vacío porque otros lo llenaron con una religión que uno no eligió.
Yo no elegí ser cristiana, como tampoco elegí aprender a escribir o aprender ciencia en el colegio. Yo no elegí ninguna de esas cosas, en estos días nadie elige lo que quiere aprender porque el aprendizaje se ha convertido en una institución y en un negocio, convencidos los hombres y mujeres que dirigen esa institución de que si no obligamos a los niños a aprender cosas, no lo harán, lo cual no es el caso, porque la curiosidad es parte innata del ser humano. Queda ese vacío porque ese espacio de conocimiento y sentimiento lo llenaste cuando eras niño, y cuando eres niño, cuando tu cuerpo y cerebro se están desarrollando, todo lo que grabas en ti mismo queda allí para siempre. Por algo la mayor parte de los recuerdos significativos se establecen en la niñez, porque en la niñez todavía eres capaz de disfrutar de las cosas naturalmente, porque de niño el tiempo parece pasar más lento, mientras que de adulto todo se convierte en una obligación y el tiempo se hace humo. Porque de adulto dejas de ser feliz en el momento, y empiezas a fingir, a construir una persona que no eres, a no ser natural.
Enseñar una religión que tiene tantos mensajes lindos (sí, el catolicismo tiene mensajes lindos, pesar de toda la misoginia y homofobia que la componen) es CRUEL, porque de grande quieres volver a ella, pero no puedes porque ya aprendiste que todo es un constructo, que todo es una creación. Te enteras de que es una copia de algo más, y que las religiones son sólo una moda de cada época, por muy útiles que sean las enseñanzas que dejan, por muy útil que su filosofía sea. Pero quieres creer en la religión que te inculcaron de nuevo, porque al haberla asimilado siendo tan joven, es parte importante del órgano de tu nostalgia.
Así que dejen de enseñar la religión a niños. Dejen que ellos elijan cuando sean maduros y mejor educados, más informados y cultos, y capaces de pensamiento crítico. Déjenlos abrazar una religión por sí mismos. Se los dice una atea que ve "Jesús de Nazaret", la mini serie de los setentas, todas las Semanas Santas (son 6 horas pué. Non stop. Mi escena favorita es la última, cuando Pedro le dice a Don Jesho, "Oh, señor, quédate con nosotros". Bello, hueón. Bello).
Crueldad no porque la religión sea algo de dudosa confianza. Crueldad porque uno es inculcado a amar algo que no sabe qué significa realmente, ya que no puedes saber qué significa una religión a tan corta edad. No sabes qué significa lo que Jesús hizo, dijo y dejó para todos. No sabes a ciencia cierta si Jesús existió, no sabes lo que significa el que amen a una mujer que murió virgen, porque te convencen de que la virginidad es buena y nada más, cuando no es buena, sólo ES.
Es cruel porque cuando algunos de nosotros nos hacemos ateos y dejamos de creer en las cosas que nos inculcaron, quedamos con un vacío. No porque la religión que nos inculcaron sea buena y una razón válida para vivir. Uno no debería apoyar el sentido de la vida en la religión, porque la religión fue creada por hombres, o establecida y organizada por hombres. Queda ese vacío porque otros lo llenaron con una religión que uno no eligió.
Yo no elegí ser cristiana, como tampoco elegí aprender a escribir o aprender ciencia en el colegio. Yo no elegí ninguna de esas cosas, en estos días nadie elige lo que quiere aprender porque el aprendizaje se ha convertido en una institución y en un negocio, convencidos los hombres y mujeres que dirigen esa institución de que si no obligamos a los niños a aprender cosas, no lo harán, lo cual no es el caso, porque la curiosidad es parte innata del ser humano. Queda ese vacío porque ese espacio de conocimiento y sentimiento lo llenaste cuando eras niño, y cuando eres niño, cuando tu cuerpo y cerebro se están desarrollando, todo lo que grabas en ti mismo queda allí para siempre. Por algo la mayor parte de los recuerdos significativos se establecen en la niñez, porque en la niñez todavía eres capaz de disfrutar de las cosas naturalmente, porque de niño el tiempo parece pasar más lento, mientras que de adulto todo se convierte en una obligación y el tiempo se hace humo. Porque de adulto dejas de ser feliz en el momento, y empiezas a fingir, a construir una persona que no eres, a no ser natural.
Enseñar una religión que tiene tantos mensajes lindos (sí, el catolicismo tiene mensajes lindos, pesar de toda la misoginia y homofobia que la componen) es CRUEL, porque de grande quieres volver a ella, pero no puedes porque ya aprendiste que todo es un constructo, que todo es una creación. Te enteras de que es una copia de algo más, y que las religiones son sólo una moda de cada época, por muy útiles que sean las enseñanzas que dejan, por muy útil que su filosofía sea. Pero quieres creer en la religión que te inculcaron de nuevo, porque al haberla asimilado siendo tan joven, es parte importante del órgano de tu nostalgia.
Así que dejen de enseñar la religión a niños. Dejen que ellos elijan cuando sean maduros y mejor educados, más informados y cultos, y capaces de pensamiento crítico. Déjenlos abrazar una religión por sí mismos. Se los dice una atea que ve "Jesús de Nazaret", la mini serie de los setentas, todas las Semanas Santas (son 6 horas pué. Non stop. Mi escena favorita es la última, cuando Pedro le dice a Don Jesho, "Oh, señor, quédate con nosotros". Bello, hueón. Bello).