martes, 1 de septiembre de 2015

LOVE IS BLINDNESS - Capítulo 12

Capítulo 12:
"Quien fue, quien es y quien vendrá"

John

La resolución del caso ya no tenía importancia para Sherlock de pronto. Comenzó a deambular por el bar restaurante mientras yo y Greg almorzábamos, hablando con el tabernero, con la moza, haciendo preguntas que no alcanzaba a escuchar y nuevamente dejándome solo. Porque veía cuan afuera de todo el caso quería que me mantuviera. Sherlock se había habituado nuevamente a resolver casos solos, y no parecía que las deducciones en su mente tuvieran fruto gracias a mi “estimulante compañía”. Había dejado de ser necesario.
A media tarde logré escapar de allí a nuestro cuarto. Las camas habían sido hechas, y me recosté sobre el lado de la cama de Sherlock, a pesar del calor. Pensé en Mary, en los secretos que Sherlock me había ocultado de ella, en los que había sabido, en los que sin duda aún seguían guardados, y en su insistencia por no decirme ciertas cosas.
Ahora, otra cosa me atribulaba el igual medida: ¿Por qué no podía destilar la afección de la noche anterior, de la tarde anterior en el agua? Si conseguir ese tacto de parte suya por unas horas equivalía a verlo totalmente frío por la mañana, no deseaba nada de parte suya. No era mi estilo regresar a la frialdad y razonamiento analítico constante de Sherlock, para luego recalentar por la tarde, en un ritual que se repitiera una y otra vez hasta el infinito. Lo quería enternecedor a todo momento. Enternecedor, apasionado e inteligente. ¿Era eso posible?
Me moví sobre la cama, pensando en estas cosas, y finalmente me senté sobre la cubrecama, y cerré los ojos. Había buscado conseguir ese momento de soledad todo el día, para deleitarme en el recuerdo de los besos de Sherlock en mi cuello estirado. Sherlock ya no podía alardear de no saber cómo dar placer a alguien: ya lo sabía.
Entonces oí el crujido. Fue junto debajo de mí, en el colchón. Un crujido como de papel arrugándose. Volví a moverme, y tras chequear la puerta de la pieza, salté de la cama y me agaché para revisar. Encontré el borde de una carpeta de inmediato, pero esta no me cortó: estaba recubierta por un grueso papel transparente.
Era como mi informe de salud, pero eran datos sobre Mary. Mary Morstan... o quien hubiera sido. Ya no estaba seguro de nada. Quien sabe cual era su nombre, pero quizá si leía un poco, ignorando el espasmo y el horror, sabría el nombre.
-Oh, dios... -dije, suspirando.
Me levanté de la cama y fui hacia el balcón.
Primero encontré una serie de fotografías atadas con clips por los cuatro vértices. Le quité los clips y las miré una por una. Eran fotos de Mary de joven, y en todas ellas aparecía sumamente bella, aunque muy pulcra para mi gusto. Prefería la Mary de la que me había enamorado, aquella sin... un pasado sucio, pero entonces veía esas fotografía con su falsa -indudablemente- pose de inocencia, y no sabía qué pensar. Tal vez los psicópatas sí que eran mi tipo. Porque Sherlock debía de tener parte de psicópata para cambiar tanto de la noche a la mañana. ¡Por dios, me había hecho dormir contando en voz alta!
Miré sus ojeras. Mary tenía esas ojeras que hacían parecer que tenía los ojos más grandes de lo normal, pero que la dotaban de una expresión constante de amabilidad, que la transformaba en un ángel frente a todos. Como Haneen, sólo que...
sólo que ambas habían resultado ser otra cosa.
Ambas. Oh, dios. Mary... y Mary le había disparado a Sherlock. Mary tenía el cabello originalmente castaño, como Haneen, y unas inusualemtne prominentes mejillas, como Haneen.
Mary y Haneen.
Dónde estaba Haneen.

Sherlock

Dejé el mensaje en mi blog. Nadie lo revisaba, pero era conciente de la sucia manía de James Moriarty por revisarlo constantemente. La mayoróa de las fuentes de visita al blog eran incapaces de ser rastreadas en su IP. Por supuesto que Moriarty lograría ocultar su IP.

Las fuentes del conocimiento de CAM sobre mí son tuyas.

Luego de eso visité a Haneen de vuelta en el bar. Siempre estaba allí, a pesar de clamar ser una guía turística, y siempre estaba planeando los recorridos en su computador.
-¿Haciendo planificaciones adelantadas? -le dije, apareciendo detrás suyo.
Haneen dio un saltito. Demasiado tarde para ser real. Primer signo de sospecha.
-Hola, Sherlock -dijo, dirigiéndome esa sonrisa que parecía iluminar todo el lugar, y que parecía alcanzar sus ojos tan fácilmente. Me incliné a besarla en una mejilla, ante lo cual ella se hizo un poco hacia atrás, apabullada.
Sus ojeras naturales ayudaban anque su sonrisa fuera más evidente, esos párpados inferiores prominentes que ensalzaban la amabilidad de sus ojos. ¿Sería todo una actuación?
-Sí, preferí adelantarlas ya que estoy desocupada ahora mismo -dijo- . Bueno, cuando digo desocupada...
Dirigió una mirada al bebé. No había duda de que era suyo, ningún bebé reaccionaría así ante alguien que no es un madre. Tenían una conexión, y Adnan miraba a Haneen solamente.
-Quería estar un año con Adnan. Luego nunca sabes cuánto tiempo podrás verlo.
-¿Contratarás a una asistente? -le pregunté, sentándome frente a ella.
-Ese es el plan. Sólo espero que Giselle no suba los precios.
-¿Giselle? -dije, mirando a la moza.
-Sí. Quiere dejar este trabajo. Mi trabajo como guía turística me alcanza para pagarle lo mismo que gana aquí.
-Pero cuidar a un niño toma más de tu atención.
-Tienes experiencia cuidando a niños.
-No toda la que quisiera.
Me sonrió, y apoyó los codos en los bordes de la mesa, mirándome fijamente. Siempre me sentí algo cohibido ante su mirada. Parecía vislumbrar mis más profundos secretos.
-¿Cómo se llama el bebé de John?
-Wilhelm -mentí.
Ella frunció fugazmente el ceño. Segunda señal. ¿Moriarty le habría dicho el nombre del bebé?
-No parece un nombre que John elegiría.
-Le has puesto mucha atención. A John.
-Espero no estés celoso.
-No. Para nada.
Miré hacia Giselle. No había mucho público a esa hora, por lo que estaba en la barra hablando con Saladin. El hombre se la comía con la mirada. Sentía disgusto por él.
-Me agrada. John -dijo Haneen, mirando la pantalla de su computadora- . Y hay mucho material sobre él en Internet. Muchas fotos. La gente los ama a ustedes dos. Pero sucede algo curioso. Está esté club, “The Empty Hearse”, donde se publicaron teorías sobre su suicidio, y una chica publicó una un poco bizarra sobre ti y Moriarty.
-Oh, esa. Una fantasía de adolescente, supongo.
-No parecen molestarte aquellas en que te emparejan a ti con John.
-Bueno, a John no lo desprecio de esa manera. De hecho, no podría estar más lejos de despreciarlo.
-Desprecias a Moriarty. No lo odias -dijo, escrutándome con la mirada.
-Creo que está perdido. James Moriarty. Es un niño perdido, asustado, que necesita una guía. Un niño que ha estado aburrido desde que nació de la vida que le tocó vivir. Un niño que necesita distracciones. Me identificó con éñ en muchos niveles, por lo que no podría odiarlo. Aunque odio que exista.
-Pero no habría quien te distrajera -dijo Haneen, alzando las cejas.
-Sí. Pero prefiero lidiar con eso que con... haberle mentido por dos años a mi mejor amigo.
Haneen asintió.
-Sufrió mucho. John.
-No sólo él. Y lo peor de todo es que hubo consecuencias -susurré, inclinándome hacia ella, sentado en la silla. Los ojos de Haneen dejaron de ser escrutadores y se volvieron vulnerables- . Quiero decir, adoro a Mary Watson. Me agradaba, pero su pasado la seguía persiguiendo.
-Pero ella te disparó -dijo, consternada- . Estuviste muerto, Sherlock.
Eso me provocó sorpresa. ¿Se estaría... delatando a sí misma?
-Eso... no fue publicado en ninguna parte.
-Lestrade me lo dijo -dijo, apoyando la espalda en la silla. Su expresión había dejado de ser amigable- ¿Qué te hizo volver?
-¿Qué quieres decir?
-Debes haber encontrado un motivo para luchar tan duramente contra la muerte. Admirable, la verdad -dijo, sonriendo de nuevo- . No todos nos aferramos a la vida de esa manera.
-No es a la vida a la que me aferro.
-John Watson. Pero eso ya muchos lo saben.
Por supuesto. O no te lo diría.
-¿Qué fue lo que Moriarty quería de ti? Nunca me lo contaste.
Dudé.
-Si no quieres contármelo... -dijo, encogiéndose de hombros.
Eso me sorprendió. La vi mirar hacia otro lado, vulnerable. ¿Sería posible que quería conseguir alguna manera de desconectarse de Moriarty? ¿Salir de esa organización o lo que fuera y ser libre?
Recordé a los hombres en el desierto, los que dispararon a los siete empresarios españoles. Uno de ellos era más pequeño y menudo que los otros, y aunque no podía ver sus caras, pude deducir que había al menos una mujer en el grupo. Moriarty no era sexista.
-Moriarty quería desentrañar el misterio sobre los conocimientos que poseía Magnussen.
-¿Magnussen?
-Otro criminal internacional. Tenía información sobre todo tipo de gente, secretos con los que podría chantajearlos, al igual que... -Irene.
Al igual que Irene Adler. Irene estaba aliada con Moriarty. Irene estaba aliada con Moriarty.
-¿Qué? -preguntó Haneen, inclinándose hacia adelante.
Irene no estaba sola. Por supuesto que no. La llamada. Esa llamada a Moriarty. Dios, había sido ella.
-Maldición... -mascullé, levantándome de la silla.
-¿Qué... qué ocurre?
Porqué la salvé, porqué la salvé...
Saqué mi celular del bolsillo y busqué el número de John. Era el primero en la lista. Estuve a punto de apretar el botón de llamada cuando vi el rostro atento de Haneen en mí.
Comencé a escribir un mensaje rápido.

No salgas del hotel.

-¿Es algo grave? ¿Necesitas ayuda?
-No. Es muy peligroso -dije.
Di un suspiro, alterado.
-Debo irme. Nos vemos luego.
-¡Sherlock, espera...!

John

Claro que no iba a quedarme en el hotel. Sherlock quería dejarme fuera para mantenerme a salvo de nuevo. No iba a arriesgarse solo de nuevo. Si él salta yo salto. Vaya, qué cursi estaba hecho.
Conduje hacia el bar restaurante del señor Saladin luego de correr desde el cuarto de hotel en el que había estado encerrado. Había dejado la carpeta de vuelta donde estaba, tras ver aturdido las fotos y el certificado de nacimiento de Mary una y otra vez. Las cosas estaban más claras ahora, y mi corazón latía desesperado. ¿Cuántas malas impresiones tendría que vivir en esa vida antes de ser capaz de vivir tranquilo? Aunque suponía que con Sherlock como compañero eso sería imposible. Si es que estaba dispuesto a seguir con ello. No me sentía muy dispuesto a veces, no con el nivel de desconfianza que tenía hacia él. Es decir, confiaba en su criterio, pero no confiaba en su consideración para conmigo. Sherlock no parecía tenerme mucho en cuenta para nada, y sólo por la absurda creencia de que yo siempre saldría herido. Nunca había sido herido... si descontábamos lo de ese cinco de noviembre.
Entré al bar como un vendaval. Había un poco más de clientes esta vez. Noté inmediatamente a Haneen, quien apresurada estaba empacando su laptop en su mochila, y a su hijo en el kanguro.
-Haneen, ¿Dónde está Sherlock?
-Oh, creo que fue al hotel -dijo, confundida- . Iba a verte.
-¿Cómo lo sabes?
-Sólo lo sé -dijo, sonriendo.
Fue hacia la entrada del bar. Vi en el reflejo en el vidrio que había dejado de sonreír, y sentí un escalofrío de pies a cabeza.
-¿Qué te dice el nombre CAM?
-¿CAM? Ahm, ¿La Caja de Ahorros del Mediterráneo? -dijo, volteándose a verme, sin dejar de caminar por la vereda.
Di un suspiro.
-¿Te llevo la mochila? -le preguntó.
-No. Estoy bien. Un bebé te hace tener hombros fuertes.
La seguí por la calle.
-¿Y el nombre de Magnussen?
-Oh, nada más hace unos minutos Sherlock me lo mencionó. Un criminal de los grandes, ¿no? ¿Por qué?
Se escuchaba menos amable que de costumbre. La voz de Haneen era siempre tan dulce y femenina, que cualquier variación era sospecha. Era el problema de ser toda sonrisa todo el tiempo. Quién sabría cómo era en realidad.
-Por nada.
-¿Quieres ir a uno de mis tours? Tengo uno que empieza a las seis de la tarde. Ya sabes, para ver un poco las estrellas. A los turistas les gusta eso.
-¿No es un poco peligroso?
-Oh, para nada. Si son capaces de internarse en cavernas son capaces de andar de noche por Madaba. Son bastante intrépidos. Bueno, a la edad de ochenta años cualquier lo es.
-Es extraño. Nos pasamos la vida trabajando para poder hacer viajes y cumplir sueños en la tercera edad. Entonces llegamos a esa edad...
-... y tenemos que pagar un montón de medicamentos. Sí. Lo he presenciado.
-¿Cómo?
-Tuve un padre muy mayor. Se casó con mi madre cuando él tenía cuarenta y mi madre diecisiete años.
-Vaya. Ella era muy... joven.
-Sí. Yo me resistí por mucho tiempo y ya ves cómo me fue. Aunque creo que Sherlock me admira un poco por ello. Es reconfortante en cierto modo.
Asentí con la cabeza. Estaba tenso. Tenía el cuerpo tenso por completo. Sentía que de un momento a otro sacaría una pistola y me dispararía en medio de la calle, o me engañaría llevándome a lo alto de un segundo piso.
-¿Y? ¿Vienes? -dijo.
-Ahm... tengo que hablar con Sherlock primero.
Saqué mi celular. Cuando intenté enviarle un mensaje, me salió otro que indicaba que no le quedaba dinero.
-¿Me prestas tu celular?
-Claro.
Eso me sorprendió. ¿Una aliada de Moriarty me prestaría su celular? No lo creía.
Envié un mensaje rápido. Esperé a que apareciera el signo de envío confirmado y se lo regresé a Haneen.
-¿Nos adelantamos? ¿Sherlock podrá llegar después?
-¿Estás muy apresurada?
-Claro. Son las cinco y media. ¿No viste la hora, despistado? -dijo, mirándome con afecto.
Eso me cohibió un poco. Chequeé mi celular.
-Creo que tengo la hora mal -dije.
-Suele suceder con los celulares modernos. Demasiadas interferencias en Madaba.
-¿Por qué?
-Prácticamente toda la ciudad tiene WiFi, y el Huso Horario no tiene demasiada lógica.
-Sherlock cree lo mismo. Pero siento que es una manera de resumirlo, o sería engorroso para algunos países estar cambiando de hora.
-Sí, pero nosotros compartimos horario con Finlandia. Cuán equivocado esta eso -dijo, riendo- . Es absurdo. No somos muy parecidos a ellos, ¿no?
-Todos nos parecemos en algo. Finlandia, ¿eh? El apellido Magnussen se usa allí.
-Sí. Digo que no nos parecemos porque he estado allí.
-También se usa en...
-Noruega, Dinamarca... -dijo ella.
-Tienes gran conocimiento de esto.
-Claro. Son guía turística. Suerte que decidí quedarme aquí, no soporto el frío. Sólo he ido una vez a esa parte del continente.
Sólo una.
-Entonces no has viajado tanto.
-He viajado más que otras personas, sí -dijo, con fingida arrogancia.
Era encantadora. ¿Cómo podría ser... una criminal?
Tomamos un bus cerca de allí. Haneen parecía inmune ante tanto peso, por lo que su fuerza era intimidante. Sentí más necesario que nunca ayudarla con eso.
-¿Estás segura de que no necesitas ayuda?
Ella dio un suspiro, rendida.
Me pasó el bolso con la laptop. Estaba seguro de que el bebé pesaba más que la laptop.
-Eres amable.
-Gracias.
Nos sentamos al inicio de la micro. Era extraño ir en un bus. Yo y Sherlock siempre tomábamos taxis. Sólo ahora me daba cuenta. ¿Por qué siempre habíamos tomado taxis?
Nos bajamos en una zona un tanto vacía de Madaba. Dejamos la ciudad atrás y pronto nos internamos el terreno más desértico, y el bus ya no fue más allá. Fuimos los últimos pasajeros, y la tensión que sintiera al inicio del recorrido se había disparado a niveles increíbles.
-¿Estás segura de que es aquí? -le pregunté.
Adnaan le sonreía a su madre, pero su madre miraba por la ventana del bus. El sol iluminaba centelleante aún.
-Siempre queriendo ser educados -susurró.
-¿Qué?
Dios, no.
Haneen se volteó a mirarlo. Su voz era grave ahora, y su rostro hermoso aún, denotaba imparcialidad. No pude deducir nada de su expresión. Era como Sherlock cuando estaba sumido en una deducción especialmente serena, para luego intensificarse y detenerse en una sierte de orgasmo.
Lamenté no haberme quedado en el hotel. Lamenté no ser más considerado ante su preocupación por mí. ¿Era también egoísta por ignorar sus peticiones u... órdenes? O de hecho, ¿Yo era el único egoísta allí?
Recordé a Sherlock la noche anterior, cuando me creyó dormido y introdujo su mano en mi abdomen. La tenía fría como el hielo y había querido entibiarla, pero no dejó de mover su pulgar. Era algo tan platónico, y sentía que con el sexo lo arruinaríamos, y no obstante, sus besos eran a veces tan intensos. ¿Podría negarme a mis deseos de tenerle para mí por una noche?
Al día siguiente me había chequeado el abdomen frente al espejo, un tanto vanidoso de repente. Debía adelgazar un poco.
Y ahora estaba allí, en manos de una secuestradora.
-¿Trabajas con Moriarty, no es cierto? -le susurré.
Aún estábamos en ese bus. El conductor estaba quieto en su puesto. Estaba contratado, por supuesto. Agradecí que ninguno de los pasajeros hubiese optado por llegar hasta allí.
Ella rió por lo bajo ante mi pregunta. Fue increíble que a pesar de la frialdad de antes, de pronto su rostro se iluminara. Así era cómo las mujeres malvadas lograban las cosas: mediante su encanto. Pero entonces si miraba a Haneen en su generalidad no era el prototipo de mujer atractiva, y que Sherlock la miraba con afecto cada vez que se la topaba. Si se había ganado a Sherlock, sin duda era más peligrosa de lo que aparentaba.
-Podría decirse que trabajo para Moriarty -dijo, sonriend. Su voz volvía a ser agradable y femenina. Aparté la mirada de ella, aturdido. En verdad tenía habilidad- . Pero no lo hago. Mi relación con él es totalmente diferente.
Miré a Adnaan.
-Adnaan es...
-No. Dios, no -dijo, horrorizada. Sus ojos se abrieron como platos, y este gesto me recordó pertubadoramente al de Moriarty, como la maldad haciéndose con el alma de una persona antes inocente.
-Entonces cuál...
-Ya lo sabrás. Paciencia. Necesito que Sherlock aparezca por aquí.
La fulminé con la mirada. Me paré de la silla del bus de un sopetón.
-¿Dónde vas? No puede volver a pie. Ni siquiera andas con una botella de agua. Llevas días aquí, John Watson y aún eres incapaz de llevar una bajo la manga. El calor es traicionero, John.
-No me llames así -le dije, deteniéndome al inicio del bus, dándole la espalda al conductor.
El bolso con su laptop seguía colgado de mi hombro. Haneen estaba disimulando muy bien su preocupación por él, y tras recordar el asunto acerca del dispositivo de Magnussen, no me cabía duda de que debía haber información sobre él allí. Aún no creía la teoría de Sherlock sobre su buena memoria. Allí había gato encerrado.
-Sherlock sospecha de ti, Haneen. No vendrá si es así.
-Oh, ¿Estás seguro? -preguntó, caminando hacia mí- Sherlock está muy lejos de no involucrarse. Él siempre se arriesgarse. Lo he visto en cada uno de sus casos desde Carl Powers, John. Siempre he estado allí, mirando, y siempre, siempre se involucra, aunque sea peligroso.
-No. Sherlock no es tan desinteresado. Sherlock no es un héroe. Es un detective. Hace deducciones por el bien de su cordura, no por el bien de la gente.
-Los salvó a ti, a Deloris Hudson y Greg Lestrade de ser baleados en la cabeza. Estarías hecho polvo ahora mismo si no fuera por él. ¡No me digas que no es un héroe porque sí lo es!
Me quedé callado. Haneen me fulminaba con la mirada, con un odio en los ojos que me asustaba. ¿Cómo una mujer tan pequeña podía ser dulce en un momento y atemorizante en otro?
-Sherlock está del lado de los ángeles. Él mismo me lo dijo. Lo reconoció a ver de lo estúpido que es. ¿Por qué alguien querría estar del lado de los ángeles? ¡Este mundo ya está lleno de corruptos! -gritó, cogiendo el extinguidor al lado del conductor. Yo me alejé, pasmado- , ¿Por qué ser el amable, el comprensivo, el bueno, cuando van a hacerte caer por eso? ¡¿Por qué querría estar del lado de los ángeles?!
Entonces lanzó el extinguidor por una de las ventanas. Me protegí en el lado del conductor, pasmado, y vi a Haneen respirando agitada en el pasillo del bus. Aquella mujer estaba loca... o muy enojada.
Salí del bus a trompicones.
-¡Por qué querría hacer cosas buenas como el señor William Sherlock Scott Holmes cuando no sirve de nada contra tanta corrupción! -Bajó del bus tras de mí- Yo también... también tengo derecho a jugar un poco.
-Sherlock no vendrá. Te lo repito.
-Vendrá. Sí. Va a venir a su damisela en peligro. Siempre lo hace. Quiso salvar a Carl Powers. Quiso salvar a Victor Trevor. No lo logró con ninguno de los dos. Con el primero no había nada qué hacer al respecto, y el segundo... -Haneen sonrió por un lado de la boca- nunca le quiso. Dejó a Sherlock de reserva. Quién dejaría a Sherlock Holmes de reserva.
Haneen se sentó sobre la arena de piernas cruzadas. Adnaan seguía en el bus, y podía oírlo llorar... Vi la expresión de Haneen suavizarse. El ruído del vidrio al romperse lo había asustado.
-¡Henry! -gritó Haneen.
El conductor se asomó a la puerta del bus.
-Dale leche.
-Sí, señora.
Henry fue donde Adnaan.
-¿Cómo sabes sobre Carl Powers? -pregunté.
Haneen puso los ojos en blanco.
-Cariño, eres un encanto, pero vaya qué eres inútil para deducir. ¿Por qué Sherlock te ha conservado? Oh, porque eres buena mascota.
La miré con atención. Mascota. Por supuesto. Haneen sonrió, como si estuviera leyendo mi pensamiento. Sentí mi garganta ceder por un momento.
-El celular estaba encriptado -dije.
-Claro. Sólo está conectado con el de Richard. El mensaje que enviaste nunca llegó, cielo. Ya ves que sólo se necesitan unos pocos actores para armar un escenario.
Sentí mi respiración empezar a agitarse.
-Tú eres Moriarty.
La sonrisa de Haneen se acentuó.
-Por supuesto que yo soy Moriarty. Sería peligroso usarme a mí misma en los momentos más peligrosos. Ya ves lo que le pasó a Richard Brook en ese techo de hospital. Tuvo que suicidarse para vencer a Sherlock. Yo no me suicidaría por nada ni nadie.
-Pero... ¿Cómo? -dije, aproximándome a ella. Haneen se levantó de la arena.
-Tengo altos y bajos, tenía que usar varias identidades -explicó, sorprendentemente serena- , pero todos son básicamente yo por mandato. Ya sabes -Sus ojos se abrieron como platos, con ese brillo de locura que soliamos ver yo y Sherlock en Moriarty las veces que nos lo topamos. O Richard... ¿Richard Brook? No, no debió ser su nombre. Sólo debió ser un seudónimo para atraer a Sherlock, como él mismo dijo, puesto que en alemán este nombre se traducía a Reichen Bach. Pero claro, allí había estado la primera pista del engaño, pues el miedo, el pánico de “Richard”, una de las identidades de este asesino, al vernos a los dos en ese departamento fue totalmente real. Dijo haber sido contratado por Sherlock, eso por supuesto había sido una invención, pero podía apostar a que su miedo había sido real.
Pero había un error allí. Sherlock había dicho haberse encontrado con Moriarty en Londres antes de venir aquí, para luego verlo de nuevo durante su secuestro. La última vez que Sherlock había visto su cara había sido finalmente en el desierto.
¿Entonces cómo?
-Estás mintiendo -le dije- . Sherlock dijo que Moriarty era el mismo de siempre. No se suicidó en ese techo.
-Bien, bien, estás dándote cuenta de los detalles -dijo Haneen aplaudiendo. Se paseó alrededor mío- . Sí murió en ese techo, John. Lo que vio de Richard tiempo después no fue producto más que de una mera hipnosis. Es algo bastante fácil de hacer. Pero ese Moriarty fue otro todo el tiempo. Otro más de mis contenedores, como les llamo yo. Un mero medio para acercarme a Sherlock, un medio que después de un tiempo fue real. Casi podía sentir el contacto de Sherlock a través de ellos.
-¿Tiene alguna relación sanguínea contigo, ese Moriarty? ¿El que conocimos por tanto tiempo como el real?
-Sí. Es uno de mis hermanos. Saben de mi invalidez mental, como ellos dicen. Mi cerebro está patológicamente comprometido. Síndrome de bipolaridad, personalidad múltiple, un poco de esquizofrenia también. Las tengo todas, pero tranquilo, cachorro -me dijo, mirándome con ese interés que había visto la primera vez que nos habíamos visto, ese interés que seguía siendo real pero que ahora me parecía totalmente perturbador- , no voy a perder el control otra vez. Especialmente porque tengo que hacer que mantengas la mentira ante Sherlock. No le dirás que su querida Haneen es una mentira, ¿o sí?
-Él sospecha de ti.
-Sólo sospecha. Y Sherlock ya ha pasado por mucho. Por dios, me resolvió el puzzle del dispositivo de Magnussen sin que tuviera que presionarlo mucho. No puede haber mayor síntoma que ese de que está emocionalmente comprometido. Nunca estuvo tan al yugo de sus emociones, y por eso me resolvió el misterio. Puedes agradecerte a ti mismo, cachorro. Tú fuiste quien lo hizo débil.
-Yo no hice nada sobre Sherlock. Nunca he sido capaz de influenciarlo.
-¿De nuevo con eso? -dijo ella, llevándose las manos al pelo corto y tironeándoselo- . Debo confesar que yo pensaba igual antes de conocerte en persona. Leía el blog, incluso posteaba algunas cosas, por medio de “Theimprobableone”, ¿lo recuerdas? Y “Anonymous”, sinceramente repetitivo la verdad, y tus posts me parecían sinceramente tan... superficiales. Estaba todo tan romanticizado que aburría. Pero eres un romántico. Sherlock te elogió con ello en la boda, y quise pararme y dios, aplaudirlo por decirlo de modo tan de elogio. Ese lamebotas... pero no podía, tenía que permanecer en personaje.
-Tú no estuviste allí...
-Sí estuve allí -dijo. El sonido tenue de un nuevo bus se escuchó tras de mí. No me volteé a mirar- . Estuve presente a través de uno de mis contenedores. Estuve cerca de los novios por mucho tiempo. Y por fin pude demostrar mi amor por Sherlock de alguna forma. Siempre en la forma de alguien más, lo cual era frustrante. Pero... aunque le odiaba por haberse vuelto tan manejable, le amaba también. Se preocupaba tanto por alguien tan insignificante como tú. Alguien tan... poco observador, tan poco perceptivo acerca de todo, incluso acerca del amor de Sherlock por ti -Me removí, incómodo. El bus se había detenido unos metros más allá. Veinte, según el sonido que podía calcular- . Me acerqué mucho a él durante ese período de separación entre ustedes dos. Se había vuelto tan solo, Sherlock, tan... vulnerable -dijo esto tanto con lamentación como con asco, como si el volverse débil por causa de alguien fuese despreciable- . Pero nunca... nunca me dio la pasada como dije. Dios, hice tantos avances. Y esa perra de mi prima tenía herramientas y todo, y nunca pudo seducirlo, nunca pudo convencerlo de ir a la cama. Fue frustrante, y me di cuenta de que tenía que conocerte -Me miró de nuevo, con fijeza, casi con fascinación. Los pasos de siete hombres se escucharon aproximándose a nosotros. Eran servidores de Haneen, sin duda- . ¿Quién es este John Watson, el bloguer más imbécil del mundo, menos detallista, más común y corriente del mundo, que le ha robado el corazón a uno de los hombres más inteligentes del mundo? Hombres, sí, déjame apuntar eso. Porque yo sigo siendo la más brillante por aquí -Caminó hacia mí, y yo, rígido como estaba por el miedo hacia esa criatura, dejé que pasara los brazos por mis hombros- . Conozcamos a John Watson, y veamos si como Sherlock, caemos también. Y... -rió irregularmente- caímos. Caímos, caímos, caímos... Nos paseamos en camisa delant de ti, te sacamos celos con Sherlock, pero... mi prima no era tu tipo. Era obvio. Y menos si te estábamos haciendo enojar merodeando a Sherlock.
Janine. Por supuesto. ¿Y Mary?
-Oh -Se tapó la boca sorpresivamente- estamos hablando en plural. Mala señal.
Tragué, y ella se alejó de mí.

-Ahora, te advierto: no le digas nada a Sherlock. Si le dices algo, yo te diré a ti que había en ese pendrive que le cediste a Mary en Baker Street, donde estaban todos sus secretos, todo lo que había hecho, y que según ella haría que dejases de quererla.
-No me importa. Estoy enojado con ella y está muerta ya.
Haneen se encogió de hombros.
-Sí, pero lo que hizo no deja de ser verdad, y te aseguro que querrás terminar con tu vida si sabes todo. Mary Morstan no era ninguna santa. Sí, te amó de verdad como todos quienes se topan contigo, John, pero era una rata asquerosa.
Se quedó callada por un momento.
-No le digas nada a Sherlock. Deja que siga creyendo que soy un pan de dios, y no lo harás sufrir. ¿Entendido?
No quise responder. No obstante, ella no insistió en conseguir una respuesta. Se me quedó mirando, recorriendo las líneas de mi rostro. Detrás mío, los siete pasos se habían ubicados en fila. Me sentí tan expuesto.
-Ni siquiera eres increíblemente guapo. No me malentiendas, eres atractivo. Pero... me gusta algo en ti que no puedo... encajar. Quizá me gustas porque te atrae el peligro, porque amas a Sherlock, una criatura tan malentendida como él, alguien que normalmente todos detestarían. O quizá me gustas porque eres como él, como Magnussen, como todos nosotros.
-Era Janine, ¿verdad? -pregunté.
-Oh, ¿hasta ahora estabas especulando? Sí, eso es lo que te arruina: eres leento.
-No...
-Pero vales la pena. Mira nada más, Moriarty y Moran enamoradas de ti, el cachorro del perro sabueso Sherlock Holmes.
Fruncí el ceño.
-¿Moran? ¿Quién es?
-OK, te lo diré. Qué más da. Moran es...
-¡NO! -gritó una voz detrás mío.
Sherlock. Era uno de los siete hombres. Al siguiente segundo me había tapado los oídos con las manos. No obstante, Haneen siguió hablando delante de mí, aunque sólo alcancé a verla modular.
-Sherlock... -le dije, aunque sólo pude oír mi voz, en lo profundo de mi garganta. Intenté voltearme hacia él, pero me lo impidió: sus manos presionaban muy fuerte mis orejas.
-¡No la escuches! ¡No la escuches, John! -gritaba Sherlock. Sólo podía oír su voz amortiguada detrás de mi cabeza, y su aliento caliente contra mi nuca- ¡No la mires! ¡Tampoco la mires!
Pero no pude evitarlo. Miraba la modulación de la boca de Haneen sin realmente querer saber lo que decía. Había querido preguntarle qué relación sanguínea tenía Haneen con Mary, pero no me había hecho falta preguntarle. Me lo dijo sin llegar nunca a oír su voz.

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