viernes, 24 de marzo de 2017

A propósito de la Upcoming Semana Santa

Inculcar una religión, en mi caso la religión católica, en un niño que no es capaz de juzgar por su propio juicio, ya que su juicio no está desarrollado, es CRUELDAD.

Crueldad no porque la religión sea algo de dudosa confianza. Crueldad porque uno es inculcado a amar algo que no sabe qué significa realmente, ya que no puedes saber qué significa una religión a tan corta edad. No sabes qué significa lo que Jesús hizo, dijo y dejó para todos. No sabes a ciencia cierta si Jesús existió, no sabes lo que significa el que amen a una mujer que murió virgen, porque te convencen de que la virginidad es buena y nada más, cuando no es buena, sólo ES.

Es cruel porque cuando algunos de nosotros nos hacemos ateos y dejamos de creer en las cosas que nos inculcaron, quedamos con un vacío. No porque la religión que nos inculcaron sea buena y una razón válida para vivir. Uno no debería apoyar el sentido de la vida en la religión, porque la religión fue creada por hombres, o establecida y organizada por hombres. Queda ese vacío porque otros lo llenaron con una religión que uno no eligió.

Yo no elegí ser cristiana, como tampoco elegí aprender a escribir o aprender ciencia en el colegio. Yo no elegí ninguna de esas cosas, en estos días nadie elige lo que quiere aprender porque el aprendizaje se ha convertido en una institución y en un negocio, convencidos los hombres y mujeres que dirigen esa institución de que si no obligamos a los niños a aprender cosas, no lo harán, lo cual no es el caso, porque la curiosidad es parte innata del ser humano. Queda ese vacío porque ese espacio de conocimiento y sentimiento lo llenaste cuando eras niño, y cuando eres niño, cuando tu cuerpo y cerebro se están desarrollando, todo lo que grabas en ti mismo queda allí para siempre. Por algo la mayor parte de los recuerdos significativos se establecen en la niñez, porque en la niñez todavía eres capaz de disfrutar de las cosas naturalmente, porque de niño el tiempo parece pasar más lento, mientras que de adulto todo se convierte en una obligación y el tiempo se hace humo. Porque de adulto dejas de ser feliz en el momento, y empiezas a fingir, a construir una persona que no eres, a no ser natural.

Enseñar una religión que tiene tantos mensajes lindos (sí, el catolicismo tiene mensajes lindos,  pesar de toda la misoginia y homofobia que la componen) es CRUEL, porque de grande quieres volver a ella, pero no puedes porque ya aprendiste que todo es un constructo, que todo es una creación. Te enteras de que es una copia de algo más, y que las religiones son sólo una moda de cada época, por muy útiles que sean las enseñanzas que dejan, por muy útil que su filosofía sea. Pero quieres creer en la religión que te inculcaron de nuevo, porque al haberla asimilado siendo tan joven, es parte importante del órgano de tu nostalgia.

Así que dejen de enseñar la religión a niños. Dejen que ellos elijan cuando sean maduros y mejor educados, más informados y cultos, y capaces de pensamiento crítico. Déjenlos abrazar una religión por sí mismos. Se los dice una atea que ve "Jesús de Nazaret", la mini serie de los setentas, todas las Semanas Santas (son 6 horas pué. Non stop. Mi escena favorita es la última, cuando Pedro le dice a Don Jesho, "Oh, señor, quédate con nosotros". Bello, hueón. Bello).

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