domingo, 11 de julio de 2021

Si no trabajas, no mereces existir

 Hola! Ha pasado un tiempo desde que escribí en este blog. Es lo que hace el trabajo y las responsabilidades contigo. Dejas de hacer cosas que alimenten tu alma y te vuelcas a la muy vital y "dignificadora" tarea de GANAR DINERO.


Recién vi un reportaje sobre una mujer, una vagabunda de las calles de Santiago que técnicamente vive bajo tierra. Al parecer hay gente en Santiago de Chile, el "paraíso" de Latinoamérica, que vive en las alcantarillas.

Considero que es estúpido e ingenuo de mi parte sorprenderme. Cuando me puse a buscar en Google datos sobre esta señora, cuyo nombre dijeron una sola vez, encontré caso tras caso, reportaje tras reportaje sobre gente en todo el mundo que vive de la misma forma. En alcantarillas, bajo puentes, en la periferia de una ciudad. Pero incluso "bajo un puente" es una descripción más repetida y común de un "hogar". En Chile decimos con sarcasmo, de hecho, que a menos que "vivas bajo un puente" no te van a dar ninguna ayuda estatal.

Pero "en la alcantarilla" suena más extremo e inverosímil, como si perteneciera a las páginas de un libro de fantasía. Y estoy segura de que alguien con más dinero en el banco que yo, que pague más impuestos y tenga más propiedades que yo (o sea, más que 0 propiedades) no lo creería de buenas a primeras. He notado que a la gente con privilegios le cuesta asumir o creer que alguien pueda no tener acceso a comida todos los días, a ropa nueva, o que no vayan al Hospital por no tener dinero. Hay gente que vive en otra realidad, incapaz de asumir realidades distintas, porque las encuentran demasiado... indignas para que un ser humano pueda vivirlas sin matarse, por decirlo de alguna manera.

Cuando escuchaba el reportaje sobre esta mujer que vive en las alcantarillas, no pude evitar acordarme de la película "Parasite". Ya saben, la película coreana que ganó el Óscar a Mejor Película y que el racista de Donald Trump insultó en un discurso. 

Para aquellos que no la hayan visto y que no les importe escuchar Spoilers, esta película trata a grandes rasgos de una familia de clase media baja, baja si lo decimos con realismo, cuyos integrantes se van metiendo uno a uno como empleados en una familia rica de Corea del Sur, para subsistir. Primero entra el hijo como profesor particular de Inglés de la hija mayor, luego el padre como chofer  y la madre como ama de llaves.

Uno pensaría que hasta allí llega el argumento de la película, que se trata de la típica película sobre diferencias sociales que busca mostrar la realidad de la "población vulnerable" (odio esa apalabra. Vulnerable) y que busca mostrar una solución a ello.

Una de las soluciones que he visto es el típico final donde la familia pobre, de la noche a la mañana, encuentra una forma de volverse rica. Otro es el final donde se romantiza el poco acceso de una familia a recursos, idealizando su capacidad de "esfuerzo y sacrificio". Es un recurso de los ricos para convencerse de que en realidad los pobres no son infelices, porque se tienen los unos a los otros. Que la gente pobre siempre da más de lo que tiene y considera a la familia lo más importante y blah blah blah y toda esa mierda idealizadora.

Pero no, el argumento no acaba allí.

Resulta que la ama de llaves, una mujer de edad avanzada, ha sido ama de llaves de esa casa desde antes que los coreanos ricos vinieran a vivir allí.

Antes de ser ama de llaves de ellos fue la del arquitecto que vivió en esa casa y que además la diseñó.

Un día en que los dueños de casa han salido a no-sé-qué-no-me acuerdo, la familia pobre, que se volvió empleada de esta familia a través de trucos y métodos de dudosa moralidad, vienen todos a enfiestarse y comer mientras estos no están. Beben en exceso y comen en exceso. Usan sus cosas, se bañan en su jacuzzi, etc.

Están pasándola de lo lindo cuando la anterior ama de llaves aparece, y ahí es cuando la película da un vuelco.

El ama de llaves ha venido para comprobar que su marido este bien. Ustedes dirán, ¿qué marido? No se ha nombrado a ninguno en toda la película.

Resulta que la casa cuenta con un búnker del que la familia rica no está enterada. Un búnker amoblado y aprovisionado con todo lo necesario para sobrevivir varios meses. O lo estaba, ya que desde hace unos años ha estado viviendo allí un hombre que ha estado escapando de sus prestamistas (?). Ese hombre es el marido de la ex ama de llaves y no ha visto la luz del sol por mucho tiempo. Por años ha sido alimentado por su esposa, la ama de llaves, con la comida de los ricos, obviamente. Pero tras su despido, el hombre se ha quedado sin fuente de alimento.

Uno dirá, ¡qué vida más miserable lleva! Pero el hombre es feliz allí abajo. Me gusta creer que es una exageración del estado potencial de una persona, porque no se me ocurre que alguien pueda ser feliz viviendo de esa manera. Pero este hombre es genuinamente feliz, está satisfecho, y además adora al jefe de familia de la casa, porque le ve como su proveedor, el responsable de que él tenga algo de comer.

¿Por qué mencionó esto? Por que es la visión que tienen muchos políticos y empresarios de la dinámica "empleado y empleador". El empleador, el empresario, provee de trabajo a los de abajo, por lo que nosotros, los de abajo, los empleados, los ASALARIADOS, debemos estar agradecidos de ellos. Debemos vernos a nosotros mismos como recipientes de la inacabable generosidad de nuestros empleadores. Debemos creerlos magnánimos por darnos trabajos, cuando la realidad es que sin nosotros, ellos no tendrían su empresa ni podrían darse la gran vida. Sin la parte del sueldo que nos quitan para inflar su patrimonio, no podrían darse sus viajes, comprarse cien propiedades y hacer turismo extremo. Ya saben, el turismo extremo... No ese donde se tiran en parapente de alguna montaña en Nueva Zelanda, sino ese donde van a la India o a otro sitio afectado por le sobreexplotación de recursos, la invasión de empresas caucásicas, la contaminación y la precariedad salarial para sacarse fotos con niños desnutridos.

Pero ese no era el tema de este post, aunque está relacionado. El tema era esa vida bajo tierra, que "Parasite" ilustra de manera casi literal al mostrar esta dicotomía entre el pobre que vive abajo y el rico que vive arriba. Esa dicotomía entre los pobres que viven en la parte geográficamente más baja de la ciudad y los ricos que viven en la parte alta. La diferencia de derechos entre aquellos que producen dinero y los que no.

Porque si no trabajas, no mereces existir.

Nosotros vivimos en una suerte de subterráneo metafórico. Vivimos abajo, como animalillos que viven
en el suelo, y que son incapaces de ver más alto y lejos porque hay un muro que nos lo impide. Porque hay todo un mundo vedado para nosotros, un mundo cuya existencia sólo se nos presenta como sombras, siluetas, idealizaciones incluso. Es como en el mito de la caverna de Platón, donde un prisionero sólo alcanza a ver las sombras proyectadas del mundo de allá afuera, que sólo alcanza a ver una idea, o tiene una versión reducida o tergiversada de la realidad. De ese mundo que le está vedado o al que no queremos acceder porque estamos demasiado cómodos con nuestra propia realidad.


Aunque como sabemos, no es que no queramos o nos de miedo conocer el mundo que sólo el 1% de la población puede disfrutar. Es porque no tenemos los medios, como esta señora, que ni siquiera puede vivir sobre la superficie porque es básicamente un despojo de la sociedad. Porque esta sociedad la ve como una persona sobrante, como alguien que no provee al mecanismo económico del sistema. Como alguien que no tiene derecho a ser ni siquiera mirado por los que están arriba porque es demasiado lamentable y "vulnerable" para ello.

Obviamente esto lo digo como una metáfora de lo que en realidad pasada. Sí, sus derechos y su acceso a ciertas cosas está limitado, y entre esas cosas está la vivienda, incluída como derecho en los Derechos Humanos, pero que es obviamente ignorado. Si no tienes dinero suficiente, no tienes derecho a tener un hogar. Si no tienes trabajo y pagas impuestos, no tienes derecho a la Salud. Al menos así es en Chile, el "paraíso" de Latinoamérica.

Porque si estás en un país capitalista, entonces todo está bien, ¿no?

Hay diferentes niveles de ocultación en nuestra sociedad, por supuesto. Yo me siento afortunada por tener lo que necesito. Siempre me he sentido afortunada porque puedo comer todos los días y porque me hago un sueldo sin tener que partirme la espalda como mucha gente lo hace en la ciudad donde vivo, San Felipe. Pero aún así estoy en un nivel por debajo de ese mundo que otros pueden ver. El mundo al completo, el horizonte amplio al que nosotros no tenemos acceso por no tener dinero, por no tener el "roce social" adecuado, por no ser de la raza correcta, del sexo correcto, de la orientación sexual correcta. No ser carismático, inteligente, por no tener la perspectiva "oficial" de la vida.

Para los de arriba nosotros no merecemos ser vistos, visualizados. En Chile especialmente, si no tienes el color de piel correcto, los rasgos correctos, no mereces aparecer en la televisión. No mereces siquiera caminar por la calle. Y lo peor es que la gran mayoría de este país se percibe como caucásico, como blanco, por venir de los españoles. Pero se están olvidando del ADN indígena que tenemos. Y cuando se los nombra, a ellos, a los indígenas, se los ve como algo lejano, ajeno, algo por debajo de nosotros, algo que merece lástima, consideración, como niños hambrientos, como animales estúpidos. Y la realidad es que nosotros tenemos mucho de ellos. Y ellos tienen mucho de nosotros. Todos tenemos mucho de todos, pero aún así, siempre va a haber algo que nos hará más o menos dignos a los ojos de la "Cultura oficial", a ojos de los seres humanos oficiales. A los ojos de aquellos que aparecen en las películas gringas, a ojos de aquellos para los cuales se diseña la ropa incluso, a ojos de aquellos que consumen la cultura selecta, la música selecta, la comida selecta. La comida orgánica, natural, nutritiva, sin conservantes y no transgénica.

Siempre habrá una barrera. Pero no se engañen, son muchas barreras, como una suerte de logia masónica donde vas subiendo de escalafón, donde vas accediendo a la verdad y a la "belleza". Algunos estamos al medio, un poco abajo si no es pecar de arrogante, y otros están en lo más bajo. En la parte más baja del muro que nos impide ver el horizonte en todo su esplendor. Que nos impide vivir la vida, caminar por los caminos ahora vedados por las fronteras, los tags, la aduana, el pasaporte, etc, etc, y que un día sólo estuvieron vedados por los animales salvajes y la geografía.


...



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