Peter Dinklage: "¿Triunfé porque soy raro?
Te contamos cómo conquistó el actor la serie Game of Thrones sólo siendo quien es en una entrevista imperdible
Ultimamente esta bueno ser Peter Dinklage, y vaya que
lo está: acaba de ser padre de una beba hermosa, tiene un matrimonio
feliz, una casa en las montañas, un trabajo genial en
Game of Thrones
y, en términos generales, el éxito contra todas las apuestas que
representa su carrera como actor. Lo tiene a pesar de que duda en
aceptar por completo esta la última afirmación: "¿Triunfé porque soy
raro?", dice. No hay mucho de qué quejarse, y tampoco es que acostumbre
hacerlo: sus padres nunca sacaron las cosas de los estantes altos de su
casa, para que él se adaptara y se subiera a algo para buscar lo que
quisiera, y eso es lo que siempre ha hecho. Sin embargo, hay algo que
continúa fastidiándolo: Dinklage no puede pasar desapercibido en
público. "No puedo mantenerme en el anonimato por culpa de mi tamaño",
dice (para ser precisos, mide un metro treinta y cinco). Las gorras y
los anteojos oscuros no lo ayudan; tampoco la barba de leñador loco que
tuvo hasta la semana pasada. "Incluso si no lo reconocen", dice su
mujer, la directora de teatro Erica Schmidt, "creen que es Wee Man de
Jackass , o el de
Escondidos en Brujas
. Así que siempre lo están acosando". A principios de este año, antes
de que Dinklage se mudara con su familia de Manhattan a una zona rural
del norte del estado de Nueva York, la atención constante -en gran
medida buena onda, a veces terriblemente agresiva- le resultaba muy
difícil de soportar.
Acá la vida es más fácil. La bebé de cinco meses tiene
su propio cuarto, que, según cuenta, es más grande que el departamento
que tenían en el West Village. ("Es hermosa", bromea acerca de su hija.
"Me pregunto quién será el padre.") El perrazo de Dinklage, Kevin, puede
acompañarlo a correr todas las mañanas por el bosque que hay detrás de
la casa, donde esquivan garrapatas transmisoras de la enfermedad de Lyme
en vez de turistas armados de celulares con camarita. La carrera de su
mujer los obligará a volver a mudarse a la ciudad en algún momento ("En
una escala de felicidad, acá el más feliz sería el perro, después yo,
después la nena, y última mi mujer", dice), pero en este momento a
Dinklage le toca disfrutar de la tranquilidad.
Desde acá puede verse gran parte del valle del río
Hudson, que se extiende en todas direcciones recortándose contra el azul
del cielo: nos hemos detenido en el medio de una pasarela de un
kilómetro y medio de largo que se alza sobre el río. A pesar del sol,
que brilla con inusual inclemencia, Dinklage tiene puesta una gorrita
tejida a rayas azules y marrones sobre el pelo medio rubio enmarañado,
que parece de surfer, y un par de anteojos negros de aviador ocultan sus
ojos celestes. Pasa gente que corre sola, grupos de chicas de la
universidad, madres con hijos y una mujer con un gato en un carrito, y
nadie se detiene a mirarlo. Por un momento, todo está en paz: se escucha
el canto de los pajaritos que viene de algún lugar del cielo casi
completamente despejado.
Una mujer madura con pantalones de gimnasia que le
llegan a las pantorrillas pasa caminando a buena velocidad y, de pronto,
se para en seco, vuelve atrás y exclama: "¡Te ví en
Game of Thrones
!". Tiene una riñonera violeta en la cintura que hace juego con su
esmalte de uñas, y lleva una botellita de agua en la mano. "Sos un buen
actor, de verdad. Cuando le cuente a mi hijo que te conocí no lo va a
poder creer. Porque cuando te vi, pensé: «Por Dios, es él, es él».
Entonces. ¿filman acá, o dónde?." "En Irlanda", dice Dinklage, con su
voz de barítono entrenada para el escenario, apoyándose en un banco de
madera y piedra, demasiado cool para el entorno campestre que lo
circunda: tiene puesto uno de sus buzos con capucha de James Perse
("básicamente, como y me visto como un chico de quinto grado. Me gustan
los sándwiches, los cereales y los buzos con capucha") combinado con
unos pantalones a rayas azules de John Varvatos cuyos botones
deshilachados hacen pensar en un violento trabajo de sastrería,
probablemente llevado a cabo con una tijera, además de las botas
gastadas al estilo Bruce Springsteen que le gusta usar. "También
filmamos en Croacia e Islandia", sigue él.
"Cuando la gente se la pasa recordándote que sos enano, o te quedás en un rincón o lo mostrás con orgullo, como una armadura."
"¡Sos muy malo en el programa!", le dice ella. "¡Con
las mujeres! ¡Sos un pervertido! Lo miro todos los domingos y me
encanta. También trabajaste en otro programa.. ¿cómo se llamaba?
¿No era
Sex and the City , no?" "No, ésa es Sarah Jessica Parker", dice Dinklage. "Nos confunden todo el tiempo." "No", dice ella, "te vi en
Elf.
Es mi película preferida. Cuando te subís a la mesa. la vi un montón de
veces". "Es un clásico navideño", dice Dinklage. "¿Entonces vivís por
acá o qué?." "Sí, debajo de ese puente", dice Dinklage sin pestañear,
muy serio. "En una cueva. De hecho, no podés pasar. Tenés que resolver
una adivinanza. Yo te digo una adivinanza y si adivinás podés pasar."
"Ah, bueno", dice ella, pestañeando tras sus lentes de sol. "En fin,
mucho gusto."
A sus 42 años, Dinklage parece estar más cómodo consigo
mismo que la mayoría de los mortales, sin importar su forma o su
tamaño: más que caminar, se pavonea. "Realmente es muy auténtico. Y es
sumamente seguro de sí mismo", dice Lena Headey, que interpreta a su
hermana, la malvada reina Cersei Lannister, en
Game of Thrones , y que lo conoce desde 2006, cuando se hicieron amigos en un fracasado episodio piloto de
Ultra
(ella interpretaba a una superheroína él era su mentor, una especie de
Profesor Xavier). Pero mientras tomamos una pinta de Guinness en una
parrilla de New Paltz (lugar que eligió él, a pesar de ser vegetariano
desde la secundaria), Dinklage dice que es una pose. "Toda jactancia es
defensiva", dice. "Cuando la gente se la pasa recordándote quién sos -no
es algo que tenga que ver con la fama: por mi tamaño, me pasaba todo el
tiempo cuando era chico- o te quedás acurrucado en un rincón o lo
mostrás con orgullo, como si fuera una armadura. Podés dar vuelta la
situación y usarla a tu favor antes de que la usen en tu contra."
Un vástago marginado
Con toda seguridad no es algo deliberado, pero Dinklage
está prácticamente citando el evangelio de Tyrion Lannister, su
personaje en
Game of Thrones (ganó un Emmy y un Golden
Globe), un libertino maquiavélico que, sin embargo, esconde un corazón
bondadoso: "Nunca te olvides de quién sos", dijo la temporada pasada.
"El resto del mundo no se va a olvidar jamás. Usalo como una armadura,
para que no puedan usarlo para lastimarte." Para ser un programa de
televisión pago por cable que tiene lugar en un mundo imaginario de
caballeros y magos, que exige que uno conozca los estandartes y los
árboles genealógicos de un sinfín de casas reales ficticias,
Game of Thrones
ha logrado un éxito impensado, acaparando la atención de más de cuatro
millones de televidentes cada semana sólo en Estados Unidos. El propio
Dinklage no entiende muy bien por qué Game of Thrones se convirtió en
semejante fenómeno: "No podría explicar por qué el programa gusta
tanto", dice. "La guerra de las galaxias o El señor de los anillos están
basadas en los grandes mitos, toda la cosa de Joseph Campbell, el bien
contra el mal. Nuestro programa es mucho más ambiguo. Es más bien la
antítesis de eso, cosas que no son ni blancas ni negras."
Como la mayoría de los personajes, Tyrion encarna esa
ambivalencia moral, el vástago semimarginado de una familia rica e
intrigante, que tiene debilidad por "los bastardos, los tullidos y las
cosas rotas". También le tocan los mejores diálogos. "Tyrion es el
payaso de la clase", dice George R. R. Martin, el autor de la serie de
libros en los que está inspirado el programa. "Por su ingenio, lo
aceptan tanto los matones como los deportistas; eso pasa con los otros
personajes dominantes que lo rodean."
Desde el principio, Dinklage encaró a Tyrion como "una
versión mucho más arrogante" de sí mismo, pero ahora da la impresión de
que el personaje se le está pegando. "Hace dos años que lo hago", dice
en voz baja. "A lo mejor me afectó. Igual, es triste cuando hacés un
papel que es mucho mejor que vos. Supongo que los actores que tuvieron
que hacer de superhéroes lo deben haber pasado mal: si no podés volar,
no servís para nada. ¡Pobre George Reeves!" Todo empezo en un sotano de
los suburbios de Nueva Jersey, con unos títeres, un triciclo y un disco
doble de The Who. Cuando Dinklage tenía 6 o 7 años, montaba espectáculos con su
hermano mayor (ahora un exitoso violinista) en el sótano de sus padres
"para la gente mayor del barrio. Hacíamos
Quadrophenia con
títeres", recuerda Dinklage. "Armábamos baterías en miniatura con
latitas de atún y montábamos un espectáculo completo, y vendíamos las
entradas por una tapita de gaseosa o algo por el estilo. Poníamos los
parlantes boca abajo en el piso de arriba así el sonido venía a través
del techo."
Dinklage también hacía una rutina al ritmo de "Send in
the Clowns": "Me ponía una especie de peluca, pero no me vestía de
payaso; desde chico había aprendido a no humillarme", cuenta. "Me subía
al triciclo y pasábamos la canción completa, y mi número consistía en
andar en triciclo, caerme, volver a subirme y volver a caerme, ante la
mirada de todos estos viejos. Ahora que lo pienso, es una imagen muy
triste, un enanito de 6 años que se cae de un triciclo una y otra vez.
Pero a cualquier actor le podés preguntar si tiene anécdotas así. No sé
si Robert De Niro habrá hecho espectáculos de títeres en su sótano, pero
seguro que algo hizo."
Cuando era chico, Dinklage debió someterse a una serie
de operaciones en los huesos, "una intervención común" para prevenir
complicaciones derivadas de la acondroplasia, la enfermedad genética que
causa su enanismo. "No todos los enanos se operan; pero si no te
operás, después te puede joder mucho. Te puede provocar escoliosis,
hacer que se te tuerzan las piernas y causarte problemas para caminar."
Su padre, vendedor, y su madre, maestra de música, no hablaban mucho de
su estatura: "Si se hiciera una película de nuestras vidas, habría una
conversación por escena. Pero no, jamás. La vida no es así. Nadie habla
de nada. Creo que, si no, me acordaría o les habría dicho: «Qué asco,
salgan de acá»".
¿Le explicaron su enfermedad desde chico? Sacude la
cabeza. "¿Qué querías que me explicaran? No había nada que explicar. Es
como explicar por qué tenés manos. Te criaste con eso, forma parte de tu
identidad, no es algo que suceda de pronto, como una enfermedad, una
lesión repentina, o algo así. Es parte de tu fisonomía." Hace una pausa.
"Pero me acuerdo de que me vi en una obra de la escuela en video",
dice, "en los comienzos del vhs, y pensé: «Uh, soy mucho más bajo que el
resto de los chicos». Eso me puso un poco triste".
Sus inicios, darse cuenta de la diferencia
En el colegio católico de varones al que fue, siguió
haciendo teatro y actuando en público; las obras eran un refugio en una
institución en la que no encajaba: "Era un chico taciturno que fumaba y
que se vestía siempre de negro, y fui a una escuela a la que iban
jugadores de lacrosse y chicos con chombas". No tiene que decir
demasiado sobre su adolescencia para que quede claro que no la pasó del
todo bien: dice que algunos chicos deportistas le daban pavor, y que "no
ser muy popular" le dejó algunas heridas psicológicas que tardaron en
cerrarse. "Ahora me deprimí", dice, medio en broma, después de hablar un
par de minutos al respecto.
"¿Podemos hablar de Cantando bajo la lluvia o algo
así?." En primer año, un profesor que reconoció su talento decidió
mostrarlo en una obra irlandesa llamada Sharon's Grave: "Fue la primera
vez que hice un papel escrito para alguien de mi tamaño", recuerda. "Era
un personaje muy desgraciado que iba a todos lados sobre los hombros de
su hermano mayor un poco lerdo. Ahí dije: «Wow, hay cosas para hacer.
No es sólo Gilbert and Sullivan, hay papeles para mí»."
Dinklage hizo la universidad en Bennington College,
donde estudió teatro. Ahí la pasaba mejor, pero empezó a tener ataques
de pánico. Era demasiado orgulloso como para buscar ayuda al respecto,
pero finalmente los ataques pasaron. "Tendría que haber hecho terapia",
dice. Sin embargo, sus años universitarios fueron fructíferos: "Fumaba
mucho porro, me acostaba a dormir muy tarde, hacía muchas obras,
escuchaba un montón a los Pixies y a Dinosaur Jr.".
Este año pronunciará el discurso de apertura de su
antigua universidad. "De Bennington salen algunos de los mejores
novelistas de la actualidad", dice con una sonrisa. "¡Pero yo hago un
programa de televisión! Así que me quieren a mí." Dinklage esta al
volante de su Volvo, surcando una ruta arbolada en las afueras de New
Paltz. Su iPod, impresionantemente bien surtido, está conectado al
estéreo en modo aleatorio y empieza a sonar un exuberante tema synth-pop
de la banda de sonido de
Drive , el excelente film noir del
año pasado en el que Ryan Gosling usaba unos guantes muy cancheros para
manejar y se fugaba en auto. Dinklage sonríe. "A veces pongo la banda de
sonido y hago de cuenta que soy Ryan Gosling en esa película", dice.
"Pero, en vez de Los Angeles, es el norte del estado de Nueva York, así
que no funciona tan bien."
Mira el interior del auto: el asiento de bebé atrás, el
voluminoso atlas de Nueva York atorado entre los dos asientos
delanteros (no cree en el gps: "No quiero que el sistema sepa adónde
voy"). "Eso es igual a
Drive ", dice. Son las primeras horas
de la tarde, y un micro amarillo delante de nosotros se detiene para que
bajen unos chicos. "Ese micro escolar de mierda, que me hace parar
cuando estoy escuchando la banda de sonido de
Drive ", dice
Dinklage, con una indignación bien actuada. Se dirige a un negocio de
Lowe's, donde piensa comprar una motosierra para cortar algunas ramas
rebeldes que tiene en su terreno. "¿Es muy bizarro que me compre una
motosierra? ¿A vos te daría miedo? Sabés qué, el personaje de Ryan
Gosling en
Drive no habría preguntado nada.
Habría ido directamente a comprarse una motosierra como
si no fuera nada especial, como si lo hiciera todos los días. "Buen
mozo y de cejas tupidas, Dinklage tiene fama de ser un rompecorazones,
algo a lo que debió responder hace años: durante la promoción de la
película que lo hizo conocido, el extraño film independiente Vías
cruzadas, el tema surgió con mucha frecuencia. "Yo hacía lo mismo que
hacían mis amigos: salía, tomaba un par de cervezas, hablaba con un par
de chicas, la pasaba bien. Tenía amigos que hacían lo mismo y además se
la pasaban cogiendo. No era mi caso, pero por algún motivo la gente
pensaba que yo era un Don Juan; supongo que debe haber tenido que ver
con mi tamaño y todo eso. Fue una linda ironía. Yo pensaba: «¿Qué onda,
ahora soy de esos tipos que hacen orgías?»." De hecho, confiesa: "Estaba
un poco conflictuado socialmente, tenía problemas de autoestima".
¿Cuándo cambiaron las cosas? "Cuando sos más grande te sentís más
cómodo. A las mujeres les gusta la confianza y el sentido del humor.
Siempre fui capaz de hacerlas reír, y eso ayuda muchísimo. En términos
generales, las mujeres suelen ser menos superficiales que los varones.
Pueden serlo, pero les cuesta menos que a los hombres ir más allá de lo
superficial."
Por otra parte, puede que él mismo le esté dando otra
vuelta de tuerca a la ironía: "Peter es tremendamente seductor, el
seductor más exitoso que conocí en mi vida", dice Headey. "Literalmente
vamos caminando por la calle y la gente le dice: «Hola, Pete». Y yo le
digo: «¿Cuándo los conociste? ¿Qué anduviste haciendo?»." Y David
Benioff, uno de los creadores de
Game of Thrones , recuerda
que conoció a Dinklage en una cena hace unos años: "Miré alrededor en la
mesa y me di cuenta de que todas las mujeres, incluyendo a mi esposa,
estaban pendientes de cada cosa que decía, fascinadas".
La mujer de Dinklage, no hace falta decirlo, es
plenamente consciente de su atractivo. "Ultimamente las chicas se le
tiran encima", dice Schmidt. "Sin embargo, lo frustrante es que Pete es
un tipo sumamente buen mozo, encantador y divertido, pero cuando sale en
una revista o algo la gente se pregunta: «¿No es loco que mida un metro
treinta y cinco y sin embargo sea sexy?». Pete es así. Y mejor que el
mundo se acostumbre."
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Peter y su esposa |
Peter Dinklage no solo fue el primer candidato para
interpretar a Tyrion Lannister: fue el único. "Si no hubiera aceptado el
papel, ufff.", dice el autor de la serie, Martin. "No sé qué habríamos
hecho." Agrega Benioff: "Cuando leí los libros, Tyrion Lannister me
pareció uno de los mejores personajes de la literatura. No sólo de la
literatura fantástica, sino de la literatura en general. Un tipo
conflictuado, brillante, cáustico, cachondo, borracho, y que se flagela a
sí mismo. Y teníamos un único candidato para interpretarlo".
Cuando Dinklage empezó su carrera, tras terminar la
universidad y mudarse a un departamento pelado en Williamsburg,
Brooklyn, antes de que el barrio se pusiera de moda, ni él ni nadie
podrían haber imaginado que lo perseguirían amor a medida Con su esposa,
Erica Schmidt, tuvo una hija en febrero. "Es hermosa. ¿Quién será el
padre?", bromea Dinklage.
Tanto para protagonizar un programa de televisión de
alto presupuesto. "Quería hacer obras de Beckett en establos y cosas
así", dice una mañana mientras mastica un sándwich de ensalada de huevo.
"No quería hacer televisión. No tenía televisor. ¿Televisión? ¡Mátenme!
¿Qué hay en televisión? Era tremendamente esnob. En esa época, HBO
pasaba repeticiones de The Beastmaster. HBO no existía realmente." En
1995 hizo un papel chiquito pero inolvidable e hilarante en la película
independiente Living in Oblivion, en el que se queja acerca de lo
estúpido que resulta que sin motivo aparente aparezcan enanos en las
secuencias psicodélicas de las películas. Después de ese papel, nunca
pudo lograr concertar una reunión con un agente, y mucho menos que uno
aceptara representarlo.
Hasta el día de hoy sigue prescindiendo de un agente, y
se las arregla con un manager y un abogado. "Yo no encajaba en lo que
buscaban los agentes", dice. "Era demasiado particular. No eran lo
suficientemente imaginativos para mandarme a audiciones de papeles que
no hubieran sido escritos para un enano. Lo único que se les ocurría
eran avisos navideños, y si yo me negaba a hacerlos, ¿qué beneficio
podía reportarles?" Luego de este rechazo le dio la espalda a Hollywood
durante años, haciendo trabajos temporales, actuando en obras de teatro y
en películas independientes y pasándola bien, tal vez demasiado bien,
con sus amigos.
Dinklage tenía casi una alergia física a los zapatos
puntiagudos, a las barbas falsas, a representar cualquier papel
relacionado con la magia o con lo sobrenatural. "Siempre me pregunto por
qué a los libros fantásticos, especialmente infantiles, les fascina
tanto la idea de que las personas de mi tamaño sean criaturas
fantásticas.
Cuando era chico, pensaba: «¿En serio?» Eso me
obsesionaba. Capaz que Tolkien y toda esa gente nunca conoció a nadie de
mi tamaño. Y en caso contrario, si hubieran sido amigos de un enano,
tal vez no habrían escrito de esa manera." Suspira y pasea su mirada por
la deprimente cafetería en la que estamos desayunando.
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Peter como Trumpkin en "Las Crónicas de Narnia: eL Príncipe Caspian" |
¿Personajes míticos o humanos?
"Sí, podemos hacer hechizos mágicos, pero no le cuentes
a nadie. Olvidate de la moza, yo te lleno el vaso de Coca-Cola por arte
de magia." Además de hacer obras de teatro y televisión, Dinklage ha
actuado en más de treinta películas, trabajando de manera sostenida
durante más de una década. Acepta gustosamente interpretar papeles que
hagan referencia a su estatura (como el autor de libros infantiles en
Elf
), pero sin aprovecharse de ella. Y siente especial orgullo por papeles
como los que interpretó tanto en la versión estadounidense como en la
británica de Muerte en un funeral, que no fueron escritos para alguien
de su estatura.
Le gustaría que otros actores de su estatura se
pusieran a reflexionar sobre las implicancias de representar ciertos
papeles, particularmente aquellos con nombres como Tontín o Dormilón.
"Creo que la gente de mi tamaño tiene la responsabilidad de ponerse un
poco más firme en lo que hace. Porque si uno acepta hacer estos papeles,
la cosa sigue igual. Tengo un amigo que hizo una película, y después
dijo: «¿Por qué hice esto?». Si te fijás, el aviso está arriba de los
taxis de Nueva York, y ahí están los siete enanitos.
¿Me estás cargando? ¿
Blancanieves ? Dejate
de joder. No sé. No lo podría hacer. Tengo que interpretar a una
persona. No puedo interpretar un adjetivo. ¿O son adverbios? ¿Son
adverbios o adjetivos?." Cedió, una vez, en Las crónicas de Narnia: el
príncipe Caspian, donde interpretó a una criaturita mágica con, sí,
escucharon bien, zapatos puntiagudos y barba falsa. Sabe que a los
veintipico habría sentido asco de sí mismo. "Me habría re bardeado. Pero
a la mierda con eso." Ahora le habla directamente a la persona que era a
esa edad: "«Andá a disfrutar de tu cena de macarrones con queso. Y mirá
debajo del horno: sí, eso es una rata. Me tengo que tomar un avión.
Tengo pasajes de primera clase. Te veo después». Eso es lo que le diría a
ese esnob".
Dinklage ganó un Golden Globe por su personaje en Game of Thrones. Hoy es una de las personas más famosas del mundo.
Para aceptar el papel de Tyrion Lannister tuvo que
hacer menos concesiones: el personaje es absolutamente humano. "Eso es
lo que me gusta del programa, que tenga deseo sexual, algo de lo que las
criaturas de Narnia carecen por completo. Esas escenas son muy
divertidas. Nos critican mucho por eso, pero ¿cuál es el problema? A mí
me parece triste que la gente haga tanta alharaca por unas tetas, pero
que no diga nada de las decapitaciones." Le gusta el (relativo) realismo
del mundo de
Game of Thrones ; al menos Tyrion no tuvo
ninguna escena con los dragones bebé generados por computadora que
aparecieron al final de la primera temporada. "Son copados esos
dragoncitos", dice. "Los conocí. Son simpáticos. Les gusta salir de
joda, es un quilombo. Se me confunden, porque en realidad uno es medio
pelotudo y a los otros dos les gusta salir de joda."
A algunos fans de los libros les preocupaba algo
respecto de que Dinklage interpretara a Tyrion: era demasiado buen mozo
para interpretar a un personaje que Martin claramente había descrito
como poco atractivo. (Además, es demasiado alto, como señala el mismo
Martin.) "Eso muestra lo mucho que hemos progresado", dice Dinklage.
"Que la gente pueda decir eso es muy amable. Si hubiera nacido hace
cuatrocientos años en vez de ahora, no tendría la vida que tengo. Había
estos circos de engendros y una discriminación horrorosa. Fuimos los
primeros a quienes mataron los nazis: los deformes y todo eso. Así que,
el hecho de que la gente pueda decir eso, es una buena señal de los
tiempos que corren."
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No permite que su tamaño lo defina o lo limite. Pero,
tal vez por eso mismo, es innegable que en este momento Dinklage es una
de las personas pequeñas más famosas del mundo. Cuando ganó el Golden
Globe en enero, subió al escenario y utilizó la atención concitada para
algo que nunca había hecho antes: le dijo al público que había estado
pensando sobre "un caballero. se llama Martin Henderson", y les sugirió
que buscaran su nombre en Google. Henderson es un enano inglés que
acababa de ser herido terriblemente por un matón en un episodio que sólo
podría definirse como un crimen de odio. A Dinklage lo habían afectado
mucho los informes del hecho, y su esposa lo instó a decir algo. "Creo
que Pete está en un lugar que tal vez le permita cambiar la
consideración que tiene la gente sobre las personas de su tamaño", dice
Schmidt. Luego, Dinklage rechazó ofertas para presentarse en varios
programas de entrevistas para hablar de Henderson (que declaró ante los
medios ingleses que agradecía el apoyo de Dinklage, a pesar de que aún
no lo ha conocido ni hablado con él).
"Capaz que hace veinte años habría ido a todos esos
programas y me habría puesto a despotricar", dice Dinklage. "Pero ahora
estoy un poco más en paz con las cosas e hice lo que quería hacer y dije
lo que quería decir. Tengo un amigo que dice que al mundo no le hace
falta más enanos resentidos." Más allá de ese momento, Dinklage no se
siente necesariamente responsable por otras personas de su tamaño. "Lo
único que quiero es trabajar", dice. Pero asiente cuando le digo que
Eddie Murphy logró un cambio en la conciencia racial de la gente con tan
sólo interpretar papeles originalmente concebidos para actores blancos.
A Dinklage no le molestaría conseguir un logro similar, valiéndose
únicamente de su trabajo para provocar el cambio: "La idea es llegar a
un punto en que ya no sea necesaria la bajada de línea". Antes, mientras
caminábamos a la vera del Hudson, le dije que Tyrion se había
convertido en un personaje heroico en
Game of Thrones, y
Dinklage me puso mala cara: la idea parecía contraria a la ambigüedad
moral que evita que el programa se convierta en El señor de los anillos
.
Pero ahora, sentado al sol en una mesa de picnic
adosada a un excelente puesto de burritos cerca de Bard College,
Dinklage cambia de opinión. "Creo que es un héroe callado", dice entre
bocado y bocado, permitiéndose sonreír frente a la idea. Y la completa:
"Eso me gusta".
Por Brian Hiatt
Fuente: RollingStone.com.ar
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