A algunas personas les gusta Peter Pan y su historia porque se ven reflejadas en su clásica figura. Ninguno de nosotros quiere realmente crecer. La infancia es la mejor parte, incluso si eres pobre y vivie en el mismísimo infierno social. Los niños siempre se las arreglan para tener diversión, incluso en los más oscuros momentos. Se adaptan más fácilmente que nosotros los adultos.
Pero a mí me gusta Peter Pan porque su historia es trágica. Él no puede crecer, pero esto a él le agrada. Y ese es todo el punto de la historia, porque cuando aparece Wendy, él se enamora de ella. Pero incluso si es recíproco, Wendy quiere vivir, elige eso por sobre la diversión eterna y la nula responsabilidad. Pero Peter aún así elige su estilo de vida. No logra arrastrar a los niños Darling con él, porque ellos han elegido tener la aventura más maravillosa de todas: vivir. Aunque vivir es un oprobio en una sociedad como esta, ¿no?
Entonces ellos se separan y, si bien la historia termina con una sensación de esperanza que siempre me ha parecido forzada, es el final más trágico de todas las historias. Y a nosotros nos gustan las historias trágicas.
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