Capítulo 12:
"Quien fue, quien es y quien vendrá"
John
La
resolución del caso ya no tenía importancia para Sherlock de
pronto. Comenzó a deambular por el bar restaurante mientras yo y
Greg almorzábamos, hablando con el tabernero, con la moza, haciendo
preguntas que no alcanzaba a escuchar y nuevamente dejándome solo.
Porque veía cuan afuera de todo el caso quería que me mantuviera.
Sherlock se había habituado nuevamente a resolver casos solos, y no
parecía que las deducciones en su mente tuvieran fruto gracias a mi
“estimulante compañía”. Había dejado de ser necesario.
A
media tarde logré escapar de allí a nuestro cuarto. Las camas
habían sido hechas, y me recosté sobre el lado de la cama de
Sherlock, a pesar del calor. Pensé en Mary, en los secretos que
Sherlock me había ocultado de ella, en los que había sabido, en los
que sin duda aún seguían guardados, y en su insistencia por no
decirme ciertas cosas.
Ahora,
otra cosa me atribulaba el igual medida: ¿Por qué no podía
destilar la afección de la noche anterior, de la tarde anterior en
el agua? Si conseguir ese tacto de parte suya por unas horas
equivalía a verlo totalmente frío por la mañana, no deseaba nada
de parte suya. No era mi estilo regresar a la frialdad y razonamiento
analítico constante de Sherlock, para luego recalentar por la tarde,
en un ritual que se repitiera una y otra vez hasta el infinito. Lo
quería enternecedor a todo momento. Enternecedor, apasionado e
inteligente. ¿Era eso posible?
Me
moví sobre la cama, pensando en estas cosas, y finalmente me senté
sobre la cubrecama, y cerré los ojos. Había buscado conseguir ese
momento de soledad todo el día, para deleitarme en el recuerdo de
los besos de Sherlock en mi cuello estirado. Sherlock ya no podía
alardear de no saber cómo dar placer a alguien: ya lo sabía.
Entonces
oí el crujido. Fue junto debajo de mí, en el colchón. Un crujido
como de papel arrugándose. Volví a moverme, y tras chequear la
puerta de la pieza, salté de la cama y me agaché para revisar.
Encontré el borde de una carpeta de inmediato, pero esta no me
cortó: estaba recubierta por un grueso papel transparente.
Era
como mi informe de salud, pero eran datos sobre Mary. Mary Morstan...
o quien hubiera sido. Ya no estaba seguro de nada. Quien sabe cual
era su nombre, pero quizá si leía un poco, ignorando el espasmo y
el horror, sabría el nombre.
-Oh,
dios... -dije, suspirando.
Me
levanté de la cama y fui hacia el balcón.
Primero
encontré una serie de fotografías atadas con clips por los cuatro
vértices. Le quité los clips y las miré una por una. Eran fotos de
Mary de joven, y en todas ellas aparecía sumamente bella, aunque muy
pulcra para mi gusto. Prefería la Mary de la que me había
enamorado, aquella sin... un pasado sucio, pero entonces veía esas
fotografía con su falsa -indudablemente- pose de inocencia, y no
sabía qué pensar. Tal vez los psicópatas sí que eran mi tipo.
Porque Sherlock debía de tener parte de psicópata para cambiar
tanto de la noche a la mañana. ¡Por dios, me había hecho dormir
contando en voz alta!
Miré
sus ojeras. Mary tenía esas ojeras que hacían parecer que tenía
los ojos más grandes de lo normal, pero que la dotaban de una
expresión constante de amabilidad, que la transformaba en un ángel
frente a todos. Como Haneen, sólo que...
…
sólo que ambas habían
resultado ser otra cosa.
Ambas.
Oh, dios. Mary... y Mary le había disparado a Sherlock. Mary tenía
el cabello originalmente castaño, como Haneen, y unas inusualemtne
prominentes mejillas, como Haneen.
Mary
y Haneen.
Dónde
estaba Haneen.
Sherlock
Dejé
el mensaje en mi blog. Nadie lo revisaba, pero era conciente de la
sucia manía de James Moriarty por revisarlo constantemente. La
mayoróa de las fuentes de visita al blog eran incapaces de ser
rastreadas en su IP. Por supuesto que Moriarty lograría ocultar su
IP.
Las
fuentes del conocimiento de CAM sobre mí son tuyas.
Luego
de eso visité a Haneen de vuelta en el bar. Siempre estaba allí, a
pesar de clamar ser una guía turística, y siempre estaba planeando
los recorridos en su computador.
-¿Haciendo
planificaciones adelantadas? -le dije, apareciendo detrás suyo.
Haneen
dio un saltito. Demasiado tarde para ser real. Primer signo de
sospecha.
-Hola,
Sherlock -dijo, dirigiéndome esa sonrisa que parecía iluminar todo
el lugar, y que parecía alcanzar sus ojos tan fácilmente. Me
incliné a besarla en una mejilla, ante lo cual ella se hizo un poco
hacia atrás, apabullada.
Sus
ojeras naturales ayudaban anque su sonrisa fuera más evidente, esos
párpados inferiores prominentes que ensalzaban la amabilidad de sus
ojos. ¿Sería todo una actuación?
-Sí,
preferí adelantarlas ya que estoy desocupada ahora mismo -dijo- .
Bueno, cuando digo desocupada...
Dirigió
una mirada al bebé. No había duda de que era suyo, ningún bebé
reaccionaría así ante alguien que no es un madre. Tenían una
conexión, y Adnan miraba a Haneen solamente.
-Quería
estar un año con Adnan. Luego nunca sabes cuánto tiempo podrás
verlo.
-¿Contratarás
a una asistente? -le pregunté, sentándome frente a ella.
-Ese
es el plan. Sólo espero que Giselle no suba los precios.
-¿Giselle?
-dije, mirando a la moza.
-Sí.
Quiere dejar este trabajo. Mi trabajo como guía turística me
alcanza para pagarle lo mismo que gana aquí.
-Pero
cuidar a un niño toma más de tu atención.
-Tienes
experiencia cuidando a niños.
-No
toda la que quisiera.
Me
sonrió, y apoyó los codos en los bordes de la mesa, mirándome
fijamente. Siempre me sentí algo cohibido ante su mirada. Parecía
vislumbrar mis más profundos secretos.
-¿Cómo
se llama el bebé de John?
-Wilhelm
-mentí.
Ella
frunció fugazmente el ceño. Segunda señal. ¿Moriarty le habría
dicho el nombre del bebé?
-No
parece un nombre que John elegiría.
-Le
has puesto mucha atención. A John.
-Espero
no estés celoso.
-No.
Para nada.
Miré
hacia Giselle. No había mucho público a esa hora, por lo que estaba
en la barra hablando con Saladin. El hombre se la comía con la
mirada. Sentía disgusto por él.
-Me
agrada. John -dijo Haneen, mirando la pantalla de su computadora- . Y
hay mucho material sobre él en Internet. Muchas fotos. La gente los
ama a ustedes dos. Pero sucede algo curioso. Está esté club, “The
Empty Hearse”, donde se publicaron teorías sobre su suicidio, y
una chica publicó una un poco bizarra sobre ti y Moriarty.
-Oh,
esa. Una fantasía de adolescente, supongo.
-No
parecen molestarte aquellas en que te emparejan a ti con John.
-Bueno,
a John no lo desprecio de esa manera. De hecho, no podría estar más
lejos de despreciarlo.
-Desprecias
a Moriarty. No lo odias -dijo, escrutándome con la mirada.
-Creo
que está perdido. James Moriarty. Es un niño perdido, asustado, que
necesita una guía. Un niño que ha estado aburrido desde que nació
de la vida que le tocó vivir. Un niño que necesita distracciones.
Me identificó con éñ en muchos niveles, por lo que no podría
odiarlo. Aunque odio que exista.
-Pero
no habría quien te distrajera -dijo Haneen, alzando las cejas.
-Sí.
Pero prefiero lidiar con eso que con... haberle mentido por dos años
a mi mejor amigo.
Haneen
asintió.
-Sufrió
mucho. John.
-No
sólo él. Y lo peor de todo es que hubo consecuencias -susurré,
inclinándome hacia ella, sentado en la silla. Los ojos de Haneen
dejaron de ser escrutadores y se volvieron vulnerables- . Quiero
decir, adoro a Mary Watson. Me agradaba, pero su pasado la seguía
persiguiendo.
-Pero
ella te disparó -dijo, consternada- . Estuviste muerto, Sherlock.
Eso
me provocó sorpresa. ¿Se estaría... delatando a sí misma?
-Eso...
no fue publicado en ninguna parte.
-Lestrade
me lo dijo -dijo, apoyando la espalda en la silla. Su expresión
había dejado de ser amigable- ¿Qué te hizo volver?
-¿Qué
quieres decir?
-Debes
haber encontrado un motivo para luchar tan duramente contra la
muerte. Admirable, la verdad -dijo, sonriendo de nuevo- . No todos
nos aferramos a la vida de esa manera.
-No
es a la vida a la que me aferro.
-John
Watson. Pero eso ya muchos lo saben.
Por
supuesto. O no te lo diría.
-¿Qué
fue lo que Moriarty quería de ti? Nunca me lo contaste.
Dudé.
-Si
no quieres contármelo... -dijo, encogiéndose de hombros.
Eso
me sorprendió. La vi mirar hacia otro lado, vulnerable. ¿Sería
posible que quería conseguir alguna manera de desconectarse de
Moriarty? ¿Salir de esa organización o lo que fuera y ser libre?
Recordé
a los hombres en el desierto, los que dispararon a los siete
empresarios españoles. Uno de ellos era más pequeño y menudo que
los otros, y aunque no podía ver sus caras, pude deducir que había
al menos una mujer en el grupo. Moriarty no era sexista.
-Moriarty
quería desentrañar el misterio sobre los conocimientos que poseía
Magnussen.
-¿Magnussen?
-Otro
criminal internacional. Tenía información sobre todo tipo de gente,
secretos con los que podría chantajearlos, al igual que... -Irene.
Al
igual que Irene Adler. Irene estaba aliada con Moriarty. Irene
estaba aliada con Moriarty.
-¿Qué?
-preguntó Haneen, inclinándose hacia adelante.
Irene
no estaba sola. Por supuesto que no. La llamada. Esa llamada a
Moriarty. Dios, había sido ella.
-Maldición...
-mascullé, levantándome de la silla.
-¿Qué...
qué ocurre?
Porqué
la salvé, porqué la salvé...
Saqué
mi celular del bolsillo y busqué el número de John. Era el primero
en la lista. Estuve a punto de apretar el botón de llamada cuando vi
el rostro atento de Haneen en mí.
Comencé
a escribir un mensaje rápido.
No
salgas del hotel.
-¿Es
algo grave? ¿Necesitas ayuda?
-No.
Es muy peligroso -dije.
Di
un suspiro, alterado.
-Debo
irme. Nos vemos luego.
-¡Sherlock,
espera...!
John
Claro
que no iba a quedarme en el hotel. Sherlock quería dejarme fuera
para mantenerme a salvo de nuevo. No iba a arriesgarse solo de nuevo.
Si él salta yo salto. Vaya, qué cursi estaba hecho.
Conduje
hacia el bar restaurante del señor Saladin luego de correr desde el
cuarto de hotel en el que había estado encerrado. Había dejado la
carpeta de vuelta donde estaba, tras ver aturdido las fotos y el
certificado de nacimiento de Mary una y otra vez. Las cosas estaban
más claras ahora, y mi corazón latía desesperado. ¿Cuántas malas
impresiones tendría que vivir en esa vida antes de ser capaz de
vivir tranquilo? Aunque suponía que con Sherlock como compañero eso
sería imposible. Si es que estaba dispuesto a seguir con ello. No me
sentía muy dispuesto a veces, no con el nivel de desconfianza que
tenía hacia él. Es decir, confiaba en su criterio, pero no confiaba
en su consideración para conmigo. Sherlock no parecía tenerme mucho
en cuenta para nada, y sólo por la absurda creencia de que yo
siempre saldría herido. Nunca había sido herido... si descontábamos
lo de ese cinco de noviembre.
Entré
al bar como un vendaval. Había un poco más de clientes esta vez.
Noté inmediatamente a Haneen, quien apresurada estaba empacando su
laptop en su mochila, y a su hijo en el kanguro.
-Haneen,
¿Dónde está Sherlock?
-Oh,
creo que fue al hotel -dijo, confundida- . Iba a verte.
-¿Cómo
lo sabes?
-Sólo
lo sé -dijo, sonriendo.
Fue
hacia la entrada del bar. Vi en el reflejo en el vidrio que había
dejado de sonreír, y sentí un escalofrío de pies a cabeza.
-¿Qué
te dice el nombre CAM?
-¿CAM?
Ahm, ¿La Caja de Ahorros del Mediterráneo? -dijo, volteándose a
verme, sin dejar de caminar por la vereda.
Di
un suspiro.
-¿Te
llevo la mochila? -le preguntó.
-No.
Estoy bien. Un bebé te hace tener hombros fuertes.
La
seguí por la calle.
-¿Y
el nombre de Magnussen?
-Oh,
nada más hace unos minutos Sherlock me lo mencionó. Un criminal de
los grandes, ¿no? ¿Por qué?
Se
escuchaba menos amable que de costumbre. La voz de Haneen era siempre
tan dulce y femenina, que cualquier variación era sospecha. Era el
problema de ser toda sonrisa todo el tiempo. Quién sabría cómo era
en realidad.
-Por
nada.
-¿Quieres
ir a uno de mis tours? Tengo uno que empieza a las seis de la tarde.
Ya sabes, para ver un poco las estrellas. A los turistas les gusta
eso.
-¿No
es un poco peligroso?
-Oh,
para nada. Si son capaces de internarse en cavernas son capaces de
andar de noche por Madaba. Son bastante intrépidos. Bueno, a la edad
de ochenta años cualquier lo es.
-Es
extraño. Nos pasamos la vida trabajando para poder hacer viajes y
cumplir sueños en la tercera edad. Entonces llegamos a esa edad...
-...
y tenemos que pagar un montón de medicamentos. Sí. Lo he
presenciado.
-¿Cómo?
-Tuve
un padre muy mayor. Se casó con mi madre cuando él tenía cuarenta
y mi madre diecisiete años.
-Vaya.
Ella era muy... joven.
-Sí.
Yo me resistí por mucho tiempo y ya ves cómo me fue. Aunque creo
que Sherlock me admira un poco por ello. Es reconfortante en cierto
modo.
Asentí
con la cabeza. Estaba tenso. Tenía el cuerpo tenso por completo.
Sentía que de un momento a otro sacaría una pistola y me dispararía
en medio de la calle, o me engañaría llevándome a lo alto de un
segundo piso.
-¿Y?
¿Vienes? -dijo.
-Ahm...
tengo que hablar con Sherlock primero.
Saqué
mi celular. Cuando intenté enviarle un mensaje, me salió otro que
indicaba que no le quedaba dinero.
-¿Me
prestas tu celular?
-Claro.
Eso
me sorprendió. ¿Una aliada de Moriarty me prestaría su celular? No
lo creía.
Envié
un mensaje rápido. Esperé a que apareciera el signo de envío
confirmado y se lo regresé a Haneen.
-¿Nos
adelantamos? ¿Sherlock podrá llegar después?
-¿Estás
muy apresurada?
-Claro.
Son las cinco y media. ¿No viste la hora, despistado? -dijo,
mirándome con afecto.
Eso
me cohibió un poco. Chequeé mi celular.
-Creo
que tengo la hora mal -dije.
-Suele
suceder con los celulares modernos. Demasiadas interferencias en
Madaba.
-¿Por
qué?
-Prácticamente
toda la ciudad tiene WiFi, y el Huso Horario no tiene demasiada
lógica.
-Sherlock
cree lo mismo. Pero siento que es una manera de resumirlo, o sería
engorroso para algunos países estar cambiando de hora.
-Sí,
pero nosotros compartimos horario con Finlandia. Cuán equivocado
esta eso -dijo, riendo- . Es absurdo. No somos muy parecidos a ellos,
¿no?
-Todos
nos parecemos en algo. Finlandia, ¿eh? El apellido Magnussen se usa
allí.
-Sí.
Digo que no nos parecemos porque he estado allí.
-También
se usa en...
-Noruega,
Dinamarca... -dijo ella.
-Tienes
gran conocimiento de esto.
-Claro.
Son guía turística. Suerte que decidí quedarme aquí, no soporto
el frío. Sólo he ido una vez a esa parte del continente.
Sólo
una.
-Entonces
no has viajado tanto.
-He
viajado más que otras personas, sí -dijo, con fingida arrogancia.
Era
encantadora. ¿Cómo podría ser... una criminal?
Tomamos
un bus cerca de allí. Haneen parecía inmune ante tanto peso, por lo
que su fuerza era intimidante. Sentí más necesario que nunca
ayudarla con eso.
-¿Estás
segura de que no necesitas ayuda?
Ella
dio un suspiro, rendida.
Me
pasó el bolso con la laptop. Estaba seguro de que el bebé pesaba
más que la laptop.
-Eres
amable.
-Gracias.
Nos
sentamos al inicio de la micro. Era extraño ir en un bus. Yo y
Sherlock siempre tomábamos taxis. Sólo ahora me daba cuenta. ¿Por
qué siempre habíamos tomado taxis?
Nos
bajamos en una zona un tanto vacía de Madaba. Dejamos la ciudad
atrás y pronto nos internamos el terreno más desértico, y el bus
ya no fue más allá. Fuimos los últimos pasajeros, y la tensión
que sintiera al inicio del recorrido se había disparado a niveles
increíbles.
-¿Estás
segura de que es aquí? -le pregunté.
Adnaan
le sonreía a su madre, pero su madre miraba por la ventana del bus.
El sol iluminaba centelleante aún.
-Siempre
queriendo ser educados -susurró.
-¿Qué?
Dios,
no.
Haneen
se volteó a mirarlo. Su voz era grave ahora, y su rostro hermoso
aún, denotaba imparcialidad. No pude deducir nada de su expresión.
Era como Sherlock cuando estaba sumido en una deducción
especialmente serena, para luego intensificarse y detenerse en una
sierte de orgasmo.
Lamenté
no haberme quedado en el hotel. Lamenté no ser más considerado ante
su preocupación por mí. ¿Era también egoísta por ignorar sus
peticiones u... órdenes? O de hecho, ¿Yo
era
el único egoísta allí?
Recordé
a Sherlock la noche anterior, cuando me creyó dormido y introdujo su
mano en mi abdomen. La tenía fría como el hielo y había querido
entibiarla, pero no dejó de mover su pulgar. Era algo tan platónico,
y sentía que con el sexo lo arruinaríamos, y no obstante, sus besos
eran a veces tan intensos. ¿Podría negarme a mis deseos de tenerle
para mí por una noche?
Al
día siguiente me había chequeado el abdomen frente al espejo, un
tanto vanidoso de repente. Debía adelgazar un poco.
Y
ahora estaba allí, en manos de una secuestradora.
-¿Trabajas
con Moriarty, no es cierto? -le susurré.
Aún
estábamos en ese bus. El conductor estaba quieto en su puesto.
Estaba contratado, por supuesto. Agradecí que ninguno de los
pasajeros hubiese optado por llegar hasta allí.
Ella
rió por lo bajo ante mi pregunta. Fue increíble que a pesar de la
frialdad de antes, de pronto su rostro se iluminara. Así era cómo
las mujeres malvadas lograban las cosas: mediante su encanto. Pero
entonces si miraba a Haneen en su generalidad no era el prototipo de
mujer atractiva, y que Sherlock la miraba con afecto cada vez que se
la topaba. Si se había ganado a Sherlock, sin duda era más
peligrosa de lo que aparentaba.
-Podría
decirse que trabajo para Moriarty -dijo, sonriend. Su voz volvía a
ser agradable y femenina. Aparté la mirada de ella, aturdido. En
verdad tenía habilidad- . Pero no lo hago. Mi relación con él es
totalmente diferente.
Miré
a Adnaan.
-Adnaan
es...
-No.
Dios, no -dijo, horrorizada. Sus ojos se abrieron como platos, y este
gesto me recordó pertubadoramente al de Moriarty, como la maldad
haciéndose con el alma de una persona antes inocente.
-Entonces
cuál...
-Ya
lo sabrás. Paciencia. Necesito que Sherlock aparezca por aquí.
La
fulminé con la mirada. Me paré de la silla del bus de un sopetón.
-¿Dónde
vas? No puede volver a pie. Ni siquiera andas con una botella de
agua. Llevas días aquí, John Watson y aún eres incapaz
de llevar una bajo la manga. El calor es traicionero, John.
-No
me llames así -le dije, deteniéndome al inicio del bus, dándole la
espalda al conductor.
El
bolso con su laptop seguía colgado de mi hombro. Haneen estaba
disimulando muy bien su preocupación por él, y tras recordar el
asunto acerca del dispositivo de Magnussen, no me cabía duda de que
debía haber información sobre él allí. Aún no creía la teoría
de Sherlock sobre su buena memoria. Allí había gato encerrado.
-Sherlock
sospecha de ti, Haneen. No vendrá si es así.
-Oh,
¿Estás seguro? -preguntó, caminando hacia mí- Sherlock está muy
lejos de no involucrarse. Él siempre se arriesgarse. Lo he visto en
cada uno de sus casos desde Carl Powers, John. Siempre he estado
allí, mirando, y siempre, siempre
se involucra, aunque sea peligroso.
-No.
Sherlock no es tan desinteresado. Sherlock no es un héroe. Es un
detective. Hace deducciones por el bien de su cordura, no por el bien
de la gente.
-Los
salvó a ti, a Deloris Hudson y Greg Lestrade de ser baleados en la
cabeza. Estarías hecho polvo ahora mismo si no fuera por él. ¡No
me digas que no es un héroe porque sí lo es!
Me
quedé callado. Haneen me fulminaba con la mirada, con un odio en los
ojos que me asustaba. ¿Cómo una mujer tan pequeña podía ser dulce
en un momento y atemorizante en otro?
-Sherlock
está del lado de los ángeles. Él mismo me lo dijo. Lo reconoció a
ver de lo estúpido que es. ¿Por qué alguien querría estar del
lado de los ángeles? ¡Este mundo ya está lleno de corruptos!
-gritó, cogiendo el extinguidor al lado del conductor. Yo me alejé,
pasmado- , ¿Por qué ser el amable, el comprensivo, el bueno, cuando
van a hacerte caer por eso? ¡¿Por qué querría estar del lado de
los ángeles?!
Entonces
lanzó el extinguidor por una de las ventanas. Me protegí en el lado
del conductor, pasmado, y vi a Haneen respirando agitada en el
pasillo del bus. Aquella mujer estaba loca... o muy enojada.
Salí
del bus a trompicones.
-¡Por
qué querría hacer cosas buenas como el señor William Sherlock
Scott Holmes cuando no sirve de nada contra tanta corrupción! -Bajó
del bus tras de mí- Yo también... también
tengo
derecho a jugar un poco.
-Sherlock
no vendrá. Te lo repito.
-Vendrá.
Sí. Va a venir a su damisela en peligro. Siempre lo hace. Quiso
salvar a Carl Powers. Quiso salvar a Victor Trevor. No lo logró con
ninguno de los dos. Con el primero no había nada qué hacer al
respecto, y el segundo... -Haneen sonrió por un lado de la boca-
nunca le quiso. Dejó a Sherlock de reserva. Quién dejaría a
Sherlock Holmes de reserva.
Haneen
se sentó sobre la arena de piernas cruzadas. Adnaan seguía en el
bus, y podía oírlo llorar... Vi la expresión de Haneen suavizarse.
El ruído del vidrio al romperse lo había asustado.
-¡Henry!
-gritó Haneen.
El
conductor se asomó a la puerta del bus.
-Dale
leche.
-Sí,
señora.
Henry
fue donde Adnaan.
-¿Cómo
sabes sobre Carl Powers? -pregunté.
Haneen
puso los ojos en blanco.
-Cariño,
eres un encanto, pero vaya qué eres inútil para deducir. ¿Por qué
Sherlock te ha conservado? Oh, porque eres buena mascota.
La
miré con atención. Mascota. Por supuesto. Haneen sonrió, como si
estuviera leyendo mi pensamiento. Sentí mi garganta ceder por un
momento.
-El
celular estaba encriptado -dije.
-Claro.
Sólo está conectado con el de Richard. El mensaje que enviaste
nunca llegó, cielo. Ya ves que sólo se necesitan unos pocos actores
para armar un escenario.
Sentí
mi respiración empezar a agitarse.
-Tú
eres Moriarty.
La
sonrisa de Haneen se acentuó.
-Por
supuesto que yo soy Moriarty. Sería peligroso usarme a mí misma en
los momentos más peligrosos. Ya ves lo que le pasó a Richard Brook
en ese techo de hospital. Tuvo que suicidarse para vencer a Sherlock.
Yo no me suicidaría por nada ni nadie.
-Pero...
¿Cómo? -dije, aproximándome a ella. Haneen se levantó de la
arena.
-Tengo
altos y bajos, tenía que usar varias identidades -explicó,
sorprendentemente serena- , pero todos son básicamente yo por
mandato. Ya sabes -Sus ojos se abrieron como platos, con ese brillo
de locura que soliamos ver yo y Sherlock en Moriarty las veces que
nos lo topamos. O Richard... ¿Richard Brook? No, no debió ser su
nombre. Sólo debió ser un seudónimo para atraer a Sherlock, como
él mismo dijo, puesto que en alemán este nombre se traducía a
Reichen Bach. Pero claro, allí había estado la primera pista del
engaño, pues el miedo, el pánico
de “Richard”, una de las identidades de este asesino, al vernos a
los dos en ese departamento fue totalmente real. Dijo haber sido
contratado por Sherlock, eso por supuesto había sido una invención,
pero podía apostar a que su miedo había sido real.
Pero
había un error allí. Sherlock había dicho haberse encontrado con
Moriarty en Londres antes de venir aquí, para luego verlo de nuevo
durante su secuestro. La última vez que Sherlock había visto su
cara había sido finalmente en el desierto.
¿Entonces
cómo?
-Estás
mintiendo -le dije- . Sherlock dijo que Moriarty era el mismo de
siempre. No se suicidó en ese techo.
-Bien,
bien, estás dándote cuenta de los detalles -dijo Haneen
aplaudiendo. Se paseó alrededor mío- . Sí murió en ese techo,
John. Lo que vio de Richard tiempo después no fue producto más que
de una mera hipnosis. Es algo bastante fácil de hacer. Pero ese
Moriarty fue otro todo el tiempo. Otro más de mis contenedores, como
les llamo yo. Un mero medio para acercarme a Sherlock, un medio que
después de un tiempo fue real. Casi podía sentir el contacto de
Sherlock a través de ellos.
-¿Tiene
alguna relación sanguínea contigo, ese Moriarty? ¿El que conocimos
por tanto tiempo como el real?
-Sí.
Es uno de mis hermanos. Saben de mi invalidez mental, como ellos
dicen. Mi cerebro está patológicamente comprometido. Síndrome de
bipolaridad, personalidad múltiple, un poco de esquizofrenia
también. Las tengo todas, pero tranquilo, cachorro -me dijo,
mirándome con ese interés que había visto la primera vez que nos
habíamos visto, ese interés que seguía siendo real pero que ahora
me parecía totalmente perturbador- , no voy a perder el control otra
vez. Especialmente porque tengo que hacer que mantengas la mentira
ante Sherlock. No le dirás que su querida Haneen es una mentira, ¿o
sí?
-Él
sospecha de ti.
-Sólo
sospecha. Y Sherlock ya ha pasado por mucho. Por dios, me resolvió
el puzzle del dispositivo de Magnussen sin que tuviera que
presionarlo mucho. No puede haber mayor síntoma que ese de que está
emocionalmente comprometido. Nunca estuvo tan al yugo de sus
emociones, y por eso me resolvió el misterio. Puedes agradecerte a
ti mismo, cachorro. Tú fuiste quien lo hizo débil.
-Yo
no hice nada sobre Sherlock. Nunca he sido capaz de influenciarlo.
-¿De
nuevo con eso? -dijo ella, llevándose las manos al pelo corto y
tironeándoselo- . Debo confesar que yo pensaba igual antes de
conocerte en persona. Leía el blog, incluso posteaba algunas cosas,
por medio de “Theimprobableone”, ¿lo recuerdas? Y “Anonymous”,
sinceramente repetitivo la verdad, y tus posts me parecían
sinceramente tan... superficiales. Estaba todo tan romanticizado que
aburría. Pero eres un romántico. Sherlock te elogió con ello en la
boda, y quise pararme y dios, aplaudirlo por decirlo de modo tan de
elogio. Ese lamebotas... pero no podía, tenía que permanecer en
personaje.
-Tú
no estuviste allí...
-Sí
estuve allí -dijo. El sonido tenue de un nuevo bus se escuchó tras
de mí. No me volteé a mirar- . Estuve presente a través de uno de
mis contenedores. Estuve cerca de los novios por mucho tiempo. Y por
fin pude demostrar mi amor por Sherlock de alguna forma. Siempre en
la forma de alguien más, lo cual era frustrante. Pero... aunque le
odiaba por haberse vuelto tan manejable, le amaba también. Se
preocupaba tanto por alguien tan insignificante como tú. Alguien
tan... poco observador, tan poco perceptivo acerca de todo, incluso
acerca del amor de Sherlock por ti -Me removí, incómodo. El bus se
había detenido unos metros más allá. Veinte, según el sonido que
podía calcular- . Me acerqué mucho a él durante ese período de
separación entre ustedes dos. Se había vuelto tan solo, Sherlock,
tan... vulnerable -dijo esto tanto con lamentación como con asco,
como si el volverse débil por causa de alguien fuese despreciable- .
Pero nunca... nunca me dio la pasada como dije. Dios, hice tantos
avances. Y esa perra de mi prima tenía herramientas y todo, y nunca
pudo seducirlo, nunca pudo convencerlo de ir a la cama. Fue
frustrante, y me di cuenta de que tenía que conocerte -Me miró de
nuevo, con fijeza, casi con fascinación. Los pasos de siete hombres
se escucharon aproximándose a nosotros. Eran servidores de Haneen,
sin duda- . ¿Quién es este John Watson, el bloguer más imbécil
del mundo, menos detallista, más común y corriente del mundo, que
le ha robado el corazón a uno de los hombres más inteligentes del
mundo? Hombres, sí, déjame apuntar eso. Porque yo sigo siendo la
más brillante por aquí -Caminó hacia mí, y yo, rígido como
estaba por el miedo hacia esa criatura, dejé que pasara los brazos
por mis hombros- . Conozcamos a John Watson, y veamos si como
Sherlock, caemos también. Y... -rió irregularmente- caímos.
Caímos, caímos, caímos... Nos paseamos en camisa delant de ti, te
sacamos celos con Sherlock, pero... mi prima no era tu tipo. Era
obvio. Y menos si te estábamos haciendo enojar merodeando a
Sherlock.
Janine.
Por supuesto. ¿Y Mary?
-Oh
-Se tapó la boca sorpresivamente- estamos hablando en plural. Mala
señal.
Tragué,
y ella se alejó de mí.
-Ahora,
te advierto: no le digas nada a Sherlock. Si le dices algo, yo te
diré a
ti
que había en ese pendrive que le cediste a Mary en Baker Street,
donde estaban todos
sus secretos, todo lo que había hecho, y que según ella haría que
dejases de quererla.
-No
me importa. Estoy enojado con ella y está muerta ya.
Haneen
se encogió de hombros.
-Sí,
pero lo que hizo no deja de ser verdad, y te aseguro que querrás
terminar con tu vida si sabes todo. Mary Morstan no era ninguna
santa. Sí, te amó de verdad como todos
quienes se topan contigo, John, pero era una rata asquerosa.
Se
quedó callada por un momento.
-No
le digas nada a Sherlock. Deja que siga creyendo que soy un pan de
dios, y no lo harás sufrir. ¿Entendido?
No
quise responder. No obstante, ella no insistió en conseguir una
respuesta. Se me quedó mirando, recorriendo las líneas de mi
rostro. Detrás mío, los siete pasos se habían ubicados en fila. Me
sentí tan expuesto.
-Ni
siquiera eres increíblemente guapo. No me malentiendas, eres
atractivo. Pero... me gusta algo en ti que no puedo... encajar. Quizá
me gustas porque te atrae el peligro, porque amas a Sherlock, una
criatura tan malentendida como él, alguien que normalmente todos
detestarían. O quizá me gustas porque eres como él, como
Magnussen, como todos nosotros.
-Era
Janine, ¿verdad? -pregunté.
-Oh,
¿hasta ahora estabas especulando? Sí, eso es lo que te arruina:
eres leento.
-No...
-Pero
vales la pena. Mira nada más, Moriarty y Moran enamoradas de ti, el
cachorro del perro sabueso Sherlock Holmes.
Fruncí
el ceño.
-¿Moran?
¿Quién es?
-OK,
te lo diré. Qué más da. Moran es...
-¡NO!
-gritó una voz detrás mío.
Sherlock.
Era uno de los siete hombres. Al siguiente segundo me había tapado
los oídos con las manos. No obstante, Haneen siguió hablando
delante de mí, aunque sólo alcancé a verla modular.
-Sherlock...
-le dije, aunque sólo pude oír mi voz, en lo profundo de mi
garganta. Intenté voltearme hacia él, pero me lo impidió: sus
manos presionaban muy fuerte mis orejas.
-¡No
la escuches! ¡No la escuches, John! -gritaba Sherlock. Sólo podía
oír su voz amortiguada detrás de mi cabeza, y su aliento caliente
contra mi nuca- ¡No la mires! ¡Tampoco la mires!
Pero
no pude evitarlo. Miraba la modulación de la boca de Haneen sin
realmente querer saber lo que decía. Había querido preguntarle qué
relación sanguínea tenía Haneen con Mary, pero no me había hecho
falta preguntarle. Me lo dijo sin llegar nunca a oír su voz.
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